ELOBSERVADOR
Ley de Migraciones

Solidaridad ante esos extraños llamando a la puerta

El autor de la norma que regula la llegada y radicación de migrantes a la Argentina recopiló en un libro, opiniones que defienden una ley, que fue modelo en la región.

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Hay un aforismo de Franz Kafka que dice: “Mantener la calma, alejarse al máximo de las exigencias de la pasión, conocer la corriente y, a partir de ahí, nadar contra ella, nadar contra la corriente por el placer de dejarse llevar”.

Corren tiempos donde la xenofobia, la discriminación, el racismo y los discursos de odio están a la orden del día. Tiempos donde el insulto y la intolerancia hacia el diferente bajan desde distintos estamentos del poder en nuestro país y en muchos otros países del mundo, como se pudo observar en la reciente campaña electoral de los Estados Unidos.

Precisamente, ante esta desapacible realidad, vimos la ocasión y la necesidad de dar a luz un libro que refleje la experiencia y las consecuencias de la existencia de la Ley de Migraciones 25.871 sancionada a fines del año 2003 y que, por considerar a la migración un derecho humano, durante los últimos veinte años de su vigencia fue considerada un ejemplo por las Naciones Unidas y tomada como referencia positiva e ineludible por diversos países de la región y del mundo.

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Es la ocasión y la necesidad cuando en nuestro país vuelven medidas regresivas, ilegales e inconstitucionales como el cobro de los servicios de salud a migrantes en algunas provincias y el arancelamiento a los estudios universitarios de estudiantes extranjeros y, en espejo al decreto 70/2017 ya derogado, se produce la destrucción del espíritu de la “ley de refugiados” a través de un DNU, ley votada con un amplísimo consenso por el Parlamento nacional. Asímismo, existen proyectos de ley presentados por legisladores en los últimos tiempos que ponen en evidencia los riesgos de retroceso de derechos consagrados en la Ley de Migraciones, la Constitución nacional y los Tratados Internacionales de Derechos Humanos incorporados a nuestro plexo normativo jurídico hace treinta años.  

Nuestra publicación es un libro colectivo donde participan especialistas en la materia, juristas, académicos, investigadores, representantes de ONG, de iglesias, y quienes ejercieron cargos de dirección en el Poder Ejecutivo actuando en la aplicación de la ley en las últimas décadas.

La ley 25.871 que fijó por primera vez una política de Estado en materia migratoria reemplazando a la llamada “ley Videla” de la dictadura militar, lejos de producir un aluvión de migrantes como algunos detractores de la ley sostenían, la proporción de migrantes respecto a la población total se mantuvo estable alrededor del 4% como surge del último Censo Nacional. Realidad muy diferente a la de aquella Argentina que a fines del siglo XIX y principios del siglo XX abrió sus brazos a la inmigración de italianos, españoles, y tantos miles de migrantes pobres de Europa, gracias a los cuales nuestro país duplicó su población en dos décadas, modelando con ese aporte la nueva riqueza de la Nación.

Argentina se consideró potencia mundial por aquellos años por sus exportaciones de granos y de carne, y por ese impresionante proceso social inclusivo a través de la educación pública con la Ley 1.420 de Educación Común, Laica y Obligatoria, y la Reforma Universitaria de 1918, proceso que inmortalizara Florencio Sánchez con su gran obra M’hijo, el dotor.

Datos oficiales certifican que no existe especial vinculación del migrante con el delito, que no saturan los servicios de salud y de educación y no quitan el trabajo a los argentinos, como algunos pretenden argumentar sin empírica constatación. Este libro menciona diversos análisis e investigaciones, como los serios estudios de Néstor Laverge, que en un documentado trabajo denominado “Inmigración y economía argentina 1993/2011” expresa:

“En Argentina se ha estudiado que los migrantes ocupan un lugar complementario, no competitivo, en el mercado laboral. Se puede establecer un crecimiento de la representación de la población migrante en la generación de la riqueza nacional. La participación de los trabajadores migrantes en la generación de riqueza oscila, según los años entre 2007/2011, entre los 3.900 y los 5 mil millones de dólares. Esto supone una presencia relativa en el valor agregado a costo de factores cercana al 1,6%. Vale la pena considerar que el porcentaje podría ser mayor si se tiene en cuenta que casi la totalidad de los migrantes se inscriben en el sector privado de la economía”.

La cuestión migratoria es hoy, y seguirá siendo en el futuro, un tema cada vez más prioritario en la agenda de gobiernos, organismos internacionales y cadenas noticiosas. El migrante es usado muchas veces como chivo expiatorio de todos los males, y la respuesta a la mal llamada “crisis migratoria” ha sido hasta hoy la infructuosa e ineficaz persistencia en desarrollar sofisticados o inclusive rústicos dispositivos disuasorios o represivos para evitar detener las migraciones de mujeres, niños y hombres que tienen muy poco o nada que perder. Saben ellos, los migrantes, que cuantos más obstáculos les pongan a su desesperación de llegar, más creatividad y energía desarrollarán para superarlos. Vale entonces intentar algo distinto, como lo hicimos en Argentina con la sanción de una ley generada desde el Congreso y votada por unanimidad en ambas Cámaras, diametralmente opuesta al enfoque actualmente hegemónico.

Dos décadas de vigencia de esta ley, que parte del concepto “La migración es un derecho humano”, se constituyó como fundamento de una justa y eficaz política migratoria, que dio lugar a que muchas otras legislaciones de la región la tomaran como referencia. El libro Balance y desafíos sobre la migración argentina, nos invita a reflexionar y debatir sin prejuicios, mitos, ni anteojeras, sino con datos ciertos y realidades concretas, acerca de cómo abordar la realidad de las migraciones.

“Vivimos tiempos difíciles y complejos”, nos dice Zygmunt Baumann en ‘Extraños llamando a la puerta’: “Esos nómadas (los migrantes) nos recuerdan de manera irritante, exasperante, y hasta horripilante, la vulnerabilidad de nuestra otra posición y la fragilidad endémica de ese bienestar nuestro que tanto nos costó alcanzar. Tenemos la humana (demasiado humana) costumbre de castigar al mensajero. La humanidad está en crisis, y no hay manera de salir de esa crisis que mediante la solidaridad entre los seres humanos.”

*Senador (MC). Autor de la ley 25.871.