Diversos estudios sugieren que el consumo de probióticos contribuye a disminuir los costos sanitarios al permitir una mejor y más rápida recuperación en pacientes internados. De acuerdo con estudios realizados, su consumo puede prevenir las diarreas asociadas a antibióticos. Eso redunda en menor cantidad de días de internación en pacientes y costos más bajos/día/paciente, especialmente en mayores de 65 años.
Asimismo, entendiendo que los alimentos con probióticos mejoran el sistema inmune, contribuyen a disminuir las enfermedades crónicas y también a una dieta más saludable, lo que implicaría un mejor estado de salud de la población y menos concurrencia a los hospitales. Esto, a su vez, reduciría los costos asociados al tratamiento y la recuperación de enfermedades crónicas.
Existe abundante bibliografía que evidencia los beneficios de los probióticos para mejorar la salud de las personas. Un estudio inglés, de Irene lenoir-Wijnkoop y colaboradores, que buscaba evaluar el impacto en la salud al administrar leche fermentada con probiótico L. paracasei CNCM, a pacientes mayores de 65 años hospitalizados, para prevenir la diarrea asociada a antibióticos (DAA), permitió realizar un análisis económico de salud teniendo en cuenta que la incidencia de DAA tiene un alto impacto en los recursos de salud utilizados, básicamente por los tiempos prolongados de internación.
La evidencia sugiere que hay una incidencia creciente de diarrea asociada al clostridium difficile (CDAD) en poblaciones que aparentemente tenían riesgo bajo. Los resultados generales tanto para CDAD como no CDAD muestran que el costo promedio de manejar un caso de AAD sin usar una estrategia preventiva de probióticos es 250% mayor por paciente, que el costo promedio de paciente cuando se usa la estrategia preventiva de probióticos. La intervención probiótica, por lo tanto, conduce a un potencial ahorro.
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Otro estudio, realizado por Jenine R. Leal, y colaboradores, se propuso realizar una evaluación económica completa evaluando los costos y las consecuencias relacionadas con el uso de probióticos para la prevención primaria de diarrea asociada a Clostridium difficile (CDAD). El estudio consistió en suministrarle a los pacientes hospitalizados, mayores de 18 años, probióticos por vía oral, versus otro grupo sin estrategias de prevención. En promedio, los pacientes tratados con probióticos orales tuvieron un costo general más bajo en comparación con la atención habitual.
Un estudio multicéntrico realizado en Europa documentó que las personas que consumían mayores cantidades de yogur (más de 80 gramos diarios) tenían una disminución del 24% del riesgo de padecer diabetes. Otros estudios también han informado la relación entre el consumo de yogur y menor ganancia de peso a largo plazo, en particular en las versiones con menor cantidad de azúcar.
Son cada vez más los estudios que están aportando evidencia acerca del valor agregado y especial que tiene el yogur, no solo como parte de los lácteos sino como un producto propio y per se, en la prevención de ECNT; los mayores hallazgos se están produciendo en el campo de la diabetes y en mujeres.
A pesar de toda esta evidencia, realizando un análisis de las guías alimentarias de 15 países, ninguno de ellos presenta un grupo alimentario específico para alimentos fermentados y alimentos probióticos, aunque a la vista de los avances en las investigaciones a la fecha, ameritaría dar un debate más profundo para la próxima actualización de estas guías.
Un estudio multicéntrico realizado en Europa documentó que las personas que consumían mayores cantidades de yogur (más de 80 gramos diarios) tenían una disminución del 24% del riesgo de padecer diabetes.
Cinco países de la UE mencionan explícitamente al yogur y/o los probióticos en las recomendaciones de sus guías alimentarias: Alemania, España, Italia, Estonia y Polonia. Fuera de la UE son muchos los países que mencionan al yogur, pero no en forma específica sino asociado a los beneficios genéricos de los lácteos. Canadá posiblemente incorpore en breve alguna mención específica en sus guías alimentarias.
En Argentina aún no se ha conformado una corriente de opinión en favor de recomendaciones específicas, particulares, sobre yogur o probióticos en nuestras guías alimentarias dados los atributos provenientes de la fermentación; actualmente forma parte del grupo lácteo por su aporte de calcio, fundamentalmente. El rol atribuido a los alimentos fermentados (entre los cuales el yogur es probablemente el más conocido y consumido) es incipiente, aunque en crecimiento. En la medida en que avanza el conocimiento de la intrincada relación entre una microbiota saludable y diversa y la prevención de ECNT o el fortalecimiento del sistema inmune, se consolida una mirada favorable a disgregar el producto “yogur” del resto de los lácteos.
En nuestro país las fuentes de alimentos con probióticos seguros no abundan, suelen encontrarse en yogures, quesos y algunas leches fermentadas. La efectividad que tiene el probiótico en la matriz alimentaria es significativamente superior que el administrado en cápsulas o ampollas.