EMPRESAS Y PROTAGONISTAS
ENTREVISTA

Guillermo Bracciaforte, co-founder de Workana: "Tenemos que dejar que la gente sea productiva de manera más libre"

Es uno de los fundadores de la plataforma de mercado freelance y remoto más grande de Latinoamérica. Asegura que "el trabajo no es un lugar" y analiza los efectos de la pandemia.

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Guillermo Bracciaforte. | Cedoc Perfil

Workana es una de las plataformas de trabajo freelance, remoto y digital más grandes de la región. Nació en 2012, cuenta con tres millones de freelancers y las empresas publican allí unas 30 mil búsquedas al mes. La dinámica es sencilla: cualquier persona que quiera hacer  un trabajo a través de una computadora y pueda entregarlo por Internet, puede ser contratada ¿Cómo funciona? Si una empresa necesita, por ejemplo, renovar su sitio web o encontrar a alguien para hacer las cobranzas a distancia, publica un proyecto en esta plataforma, y los freelancers le ofrecen sus servicios y muestran su portfolio con recomendaciones y el precio dispuestos a cobrar. 

Según relata a PERFIL Guillermo Bracciaforte, co-founder de Workana, esta idea surgió de la manera más sencilla. “Yo estaba viviendo en Brasil. Tomás O'Farrell, uno de mis socios, se fue de su anterior startup y me dijo que estaba buscando una nueva idea. A fines de 2011, su hijo cumplió años y él contrató a través de una página a una persona para que le hiciera un video. Le pasó fotos y esta persona le mandó la edición con música ¡Y estaba genial! Fue revelador. Habíamos contratado a un sujeto en Filipinas para que hiciera un trabajo para la Argentina”, detalla, y sostiene: “Vimos que Latinoamérica no participaba de este tipo de mercados de trabajo porque eran en inglés y en general eran americanos o europeos que buscaban gente de Pakistán, Bangladesh, India o Filipinas. Por eso pensamos en una plataforma para Latinoamérica, en nuestra región y en nuestro idioma. Por eso quisimos hacer Workana”.

— ¿Y con qué escenario se encontraron en América Latina?

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—El trabajo remoto y digital en general estaban atrasados con respecto a las regiones del norte, pero también las cosas iban evolucionando más rápido porque las herramientas mejoraban. A medida que mejora la conexión a Internet, las personas quieran ver qué pueden hacer con las herramientas que tienen. Eso es lo que más se notaba. Al mismo tiempo, las habilidades de acá ya eran muy demandadas y había mucha cultura freelance en la región. Programación y diseño era lo más se contrataba.

— En un contexto poco acostumbrado a esta modalidad ¿cómo fue ir construyendo la confianza entre los freelancers y las empresas?

— Tenemos todo un sistema al que llamamos “reputación digital” de los freelancers, donde hay una doble calificación: el freelancer califica al cliente y el cliente a éste. Eso ocurre en todas las etapas. Más valiosa es la calificación si es un proyecto grande. Todo eso está asociado a un sistema donde el freelancer empieza en una posición llamada “iron” y va ascendiendo. Son seis niveles y para llegar al más alto hay que obtener buenas calificaciones, tener éxito en los proyectos y que muchos clientes digan que sos bueno. Si solamente te contrata un cliente en la plataforma, no vas a poder llegar al nivel más alto. Eso lleva tiempo y los que llegan más alto se benefician porque Workana los invita automáticamente a proyectos de más calidad. 

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Guillermo Bracciaforte, co-founder de Workana.

— ¿Las compañías buscan cada vez más esta forma de trabajo?

— La empresas empiezan por lo que ya conocen: contratan las tareas comunes que antes tercerizaban en un freelancer de su propia ciudad y ahora lo tercerizan con alguien que tal vez está en otro país. Después dicen: “che, esto funciona y me va bien. No es tan importante que la persona esté acá”. Hoy vemos que alguien desde su casa puede hacer un trabajo por teléfono o respondiendo mails. Las empresas dicen “necesito contratar un arquitecto para que haga un croquis de mis terrenos”. Y tal vez alguien en su casa se dedica a hacer eso y le sale más barato. Eso es lo que va pasando. Hoy las categorías que más crecen son las que antes no se tercerizaban.

—¿Y cómo creen que afecta al mercado la expansión de la pandemia del coronavirus?

Nunca tuve tantas consultas de periodistas y empresas. Muchas compañías están empezando ahora con el home office. Para muchas, si estaban muy inmaduras y sus empleados no tenían, por ejemplo, notebooks, va a ser difícil. Eso es básico. Después, hay que chequear qué conexión de Internet tienen; las herramientas que utilizan; si se pueden usar también desde la casa; y si hay riesgo de inseguridad a nivel software. Hay un montón de cosas. Los que están más listos son los que han tenido un día de homeoffice por lo menos una vez al mes. Esas empresas se tuvieron que preparar para que esa persona pudiera hacer esas tareas de forma remota. 

—¿Esta situación que se da hoy puede llevar a que cambie la lógica del lugar de trabajo?

A muchos les va a ayudar a entender que es importante darles herramientas a las personas que forman parte de las empresas para que puedan ser productivas sin importar donde estén. Muchos van a ser más productivos en otro lado. No puede ser que, para todos, nuestro mejor lugar para trabajar sea la oficina. Es imposible. Tal vez haya muchos que sean productivos en la oficina y nos guste ir, pero hay tareas para las que uno a veces prefiere estar en su casa. Con esto del coronavirus, que es una situación lamentable, tal vez entendamos que tenemos que dejar que la gente sea productiva de una manera más libre y sobre todo sacarle el constante “lugar” al trabajo. Que dejemos de decir “me voy al trabajo” en unos años sería genial porque el trabajo no es un lugar.

— Antes de la pandemia ¿veías que las empresas estaban comenzando a adaptarse a esta modalidad?

— Lo que más ayudaba a que esto cambie, antes de esta situación, eran las nuevas generaciones. Hoy, un chico de 23 años que tuvo la suerte de completar una carrera no acepta un trabajo sin home office porque lo siente parte de su realidad. Muchos de ellos ya entienden que no hace falta estar en la oficina. Además, a las empresas, si no cambian les va a costar conseguir personas de alta calificación porque te terminás quedando si talentos. El pool de talentos se va achicando cada vez más. Es muy competitivo. Lo que está pasando es que una empresa en Argentina, por ejemplo, ya está peleando por un talento en Bogotá, y puede perder contra una empresa de Finlandia. Ya compiten contra el mundo. Esa persona que fue contratada, tal vez ni estaba mirando el mercado de trabajo de su país. Eso es un problema para las empresas que no se están abriendo porque tu cantidad de talento se va achicando.

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—¿En la Argentina tiene alguna característica puntual el trabajo freelance?

Lo que sí vemos a diferencia de otros países de Latinoamérica es que hay más freelancers contratados por gente de otros países, y eso nos dice que a los argentinos les gusta trabajar afuera porque permite cobrar otros precios. El talento argentino es muy bueno y los clientes de otros lados lo buscan porque saben que se trabaja bien. La base y el nivel de actividad nos da una pauta de que estamos avanzados en lo que son los exportadores de servicios, sobre todo en desarrollo y diseño. Tenemos excelentes diseñadores y en habilidades muy avanzadas: en interface, en programación también, en desarrollo Front-end, Angular y React.

—¿Y qué cosas se debe tener en cuenta a la hora de trabajar como freelancer?

— Saber tratar a las personas con una comunicación muy fluida, escribir muy bien y saber hacerse marketing personal o “autobombo”. Nos ha pasado de tener en la plataforma gente que era excelente trabajando, pero que no le daban actualizaciones al cliente ni le decían cómo estaba el proyecto. También hay que entender que es probable que en algún momento haya una inestabilidad en el ingreso y saber planear contra eso. Además, hay que saber que hay horas no pagas por todo el tiempo que se dedica a conseguir clientes.

— ¿Qué recomiendan para organizar el trabajo desde la casa?

— El 95 por ciento de los freelancers de Workana trabajan desde su casa. La mayoría no tiene una oficina compartida con otros ni va a un coworking. Y ahí tenés que tender de qué manera sos productivo, sobre todo si compartís el hogar con otras personas. También, ver cómo te concentrás: si con la televisión prendida de fondo o no, con música, dos monitores o con un teclado cómodo. Hay que tener un espacio específico, ver si te tenés que bañar a la mañana y entender que no hay que quedarse todo el día metido, hay que airearse. Hay que tener una rutina que te permita trabajar de manera ordenada. Además, no hay que sobrecargarse. El trabajo es flexible pero no significa que no tenés horarios, sino que podés elegir tus propios horarios.

—¿En qué están trabajando a futuro?

—Lanzamos Workana en febrero del año pasado en el sudeste asiático, donde uno de mis socios se fue a vivir para replicar lo que ya tenemos en Latinoamérica. Estamos enfocados en Malasia, Singapur y Hong Kong. Además, desde hace un año y medio estamos brindando servicios a empresas más grandes como Unilever, Uber, Google y Quilmes, entre otras. Esas compañías empezaron a darse cuenta que podían buscar talento con más agilidad porque directamente podés encontrar a alguien que tenga la habilidad correcta en una plataforma. A cada uno va, elige y toma.