Hay que ver a Melingo en escena. Sus performances son siempre inolvidables, su personalidad artística es única, su entrega es encomiable. Y la oportunidad está a la vuelta de la esquina: ya pasaron -con entradas agotadas el mismo día que salieron a la venta- varias de las ocho funciones de Ópera Linyera, un espectáculo integral en el que este artista multifacético que fue protagonista del agite de los años 80 en la Argentina post-dictadura pone toda la carne al asador: música, claro, pero también poesía, danza, proyecciones audiovisuales, teatro y unos invitados especiales de lujo que potencian la propuesta. Uno de esos invitados ilustres es Fernando Noy, de cuerpo presente en todas las fechas que se llevan a cabo los viernes y los sábados a las 20 en el Centro Cultural 25 de Mayo (Avenida Triunvirato 4444; las entradas se consiguen en https://cc25.org/opera-linyera/). Y otro es nada menos que Andrés Calamaro, quien aporta su reconocible voz a uno de los personajes de la historia que Melingo cuenta con gracia y sensibilidad a lo largo de 70 minutos vibrantes. Explica Melingo: “Son personajes a los que les dimos forma con Rodolfo Palacios (periodista, escritor, habitual colaborador en los guiones de Luis Ortega), inspirados en gente que conocemos, que de algún modo tenemos cerca”.
La dirección de esto que Melingo define como “un poema épico con estructura operística” quedó a cargo de Pichón
Baldinu, uno de los fundadores de los grupos performáticos La Organización Negra y De la Guarda, y los músicos que acompañan al ex integrante de Los Abuelos de la Nada son Muhammed Habbibi, Juan Ravioli y Gómez Casa. “Es un espectáculo en el que conviven varias disciplinas- aclara el protagonista-. Hay una narrativa, una trama, un cuento que contamos entre todos, tratando de que que el público se entere de la Çodisea de este Linyera que, a partir de un sueño, va en búsqueda de una melodía y de un destino”.
“Fui tomando del cine expresionista un lenguaje corporal que agregado a mi música”
—Montar un espectáculo de este tipo exige más recursos y tiempo que un show exclusivamente musical. ¿Qué te impulsó a embarcarte en una aventura así?
—No es algo nuevo. Ya desde la época del Ring Club, aquel proyecto en el que estuve involucrado en los años 80, me interesé por la relación entre el teatro y la música. Siempre les agregué un soporte conceptual a las canciones: una puesta en escena, una estética, un concepto, una narrativa. Porque siento que todo eso le da un valor agregado a mis espectáculos en vivo. Con Los Abuelos y Los Twist también manejábamos conceptos más integrales en cuanto a los espectáculos. Yo colaboré con Vivi Tellas, Víctor Kesselman, Katja Alemann, Omar Chabán… Es decir, tengo una historia en esta línea. Ya desde finales de los 70, cuando era apenas un estudiante,
trabajé de ese modo, y si bien me afiance personalmente en el terreno de la música, nunca me dejó de interesar el lenguaje teatral.
—¿Y qué es lo que te llevó a interesarte específicamente en la figura del linyera?
—El linyera es un vagabundo. Yo fui tomando del cine mudo, del cine expresionista más particularmente, un tipo de lenguaje corporal que le añadió un valor agregado a mi música en vivo. Ya hace más de veinte años que hago giras anuales por Europa, y me pareció que sumarle ese aditivo a mis espectáculos ayuda mucho a comunicarse con un público que no es argentino, que no tiene necesariamente los mismos códigos que yo. El linyera me dio mucha pauta expresiva… Representa a alguien que valora en sí mismo el camino, el viaje, más que el final de ese trayecto.
LOS PLANES A FUTURO
Al margen de estas ocho fechas en el Centro Cultural 25 de Mayo, Melingo tiene unos cuantos planes más: en marzo de 2023 arrancará una gira europea con La Típica Melingo, una orquesta integrada por catorce mujeres y dirigida por el pianista Juan Pablo Gallardo, y en esa misma época aparecerá un nuevo disco, continuación de Oasis, el notable primer puntapié de su ópera linyera. La obra de Melingo tiene alcance internacional, se sabe, pero su espíritu es indudablemente argentino. Y especialmente porteño: hoy está muy contento en Buenos Aires. “Dicen que el trabajo dignifica. Y es verdad: con el trabajo te sentís útil, es muy lindo hacer lo que uno sabe hacer. Y yo la verdad es que tengo trabajo en Argentina. Después, cuando me convocan de afuera, también estoy bien preparado para cumplir con mis obligaciones, con mis responsabilidades, para seguir cultivando mi oficio, digamos”. También tiene un proyecto musical que tiene pendiente hace años y en el que participarán “muchos compañeros de ruta de todos estos años”, aclara él sin dar más pistas por ahora: “Pronto van a tener novedades y creo que les va a gustar”, asegura. Pero ahora su energía está apuntada a la Ópera Linyera, un espectáculo imponente que tiene también para él un valor especial por el lugar donde tiene lugar, “una sala bendecida por el máximo exponente de nuestra música, que es Carlos Gardel -señala Melingo-. En esta sala también cantó Enrico Caruso, es un verdadero lujo”, completa el artista.