CULTURA

Las mesas de Mirtha

Mirtha Legrand
Mirtha Legrand | Telam

El 17 de septiembre marcó el regreso de Mirtha Legrand a la televisión para volver a estar al frente de sus tradicionales mesas. Las de los últimos tiempos tienen una gran ventaja con respecto a las que había venido haciendo a partir de que comenzó el programa: antes solamente podían ver el programa los que no trabajaban en el horario de las 13.00 y ahora que se transmite los fines de semana está disponible para una audiencia más numerosa.

Si uno se toma el trabajo de analizar la filmografía de Legrand, observará que en varias de sus películas hay escenas premonitorias del programa al que dedicó más de la mitad de su vida. En su última película (Con gusto a rabia) hay una secuencia en que ella le dice a Alcón: “¿Almorzamos juntos? Te invito”. Y a continuación aparecen en la mesa de un restaurante tomando coñac.

La película Bajo un mismo rostro, coprotagonizada por su hermana melliza Silvia, es la que tiene más premoniciones del programa Almorzando. La más significativa es cuando, en un restaurante en el aeródromo de Morón, Mirtha almuerza con cuatro aviadores y uno de ellos le dice, como si adivinara lo que ocurriría en pocos años: “Siéntese en la cabecera, señorita, usted presidirá la mesa”. Inmediatamente le acerca la silla (como en el programa) y durante la conversación ella dice: “Me siento como ante una de esas mesas que aparecen todas servidas como en los cuentos de hadas”. En otra escena se encuentra con Ernesto Bianco en el grill del Hotel Plaza. Mirtha ingresa desfilando ante los comensales, se quita la capa de piel y los guantes y, cuando llega su invitado, él pide al mozo “lo mismo que la señora” (al igual que en el programa donde sirven los mismos platos para todos). Mirtha, que personifica a una modelo, en varias secuencias desfila con pieles y vestidos de alta costura y “da la vueltita”, al igual que haría poco después en su programa. 

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En el segundo episodio de El amor nunca muere, Mirtha es una humilde planchadora a la que hacen pasar por una millonaria y llega a una cena luciendo un elegante vestido de seda. Alguien le dice: “La verdad es que la señora no ha probado un solo plato”. Y un hombre la salva de la incómoda situación diciendo: “Es para cuidar la línea”. Al final de la comida brindan por cada uno de los presentes (al igual que en el programa). Finalmente (confirmando la leyenda de que Mirtha trae suerte) un comensal dice: “Tiene una suerte loca. Lo que toca se hace oro”.