ESPECTACULOS
Entrevista

Diego Peretti: "El poder no me interesa"

El actor regresó con su obra Por H o por B al Maipo, y emprende giras con Los vecinos de arriba. Cree que si Macri y Cristina quisieran al país se pondrían de acuerdo.

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Humilde. Fue jefe de residentes en sus tiempos donde se abocaba a la medicina, pero nunca más buscó tener un cargo donde se destacara. | Nestor Grassi

Solo por cuatro martes se pudo ver en el Teatro Maipo la obra teatral de Diego Peretti, quien además de intérprete es coautor junto a Sebastián Suñé de Por H o por B. Se había estrenado en una sala independiente en el 2017, luego emprendieron numerosas giras y volvieron por un mes, aunque prometen repetir pronto. El elenco se completa con Agustina Cerviño y Paula Staffolani y la dirección es del mismo Suñé.

—¿Qué cambios hicieron desde su estreno?

—En el 2018 modificamos la puesta en escena y la escenografía. Decidimos no esconder al elenco. Quedó mejor. Un espectáculo más compacto y sólido. Siento que vamos mejorando y perfeccionándolo con las funciones.

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—¿Compartís este trabajo con la gira de “Los vecinos de arriba”?

—Sí, estamos haciendo una gira nacional. Incluimos a Córdoba, Mendoza, Rosario, San Juan, Salta, Tucumán y llegaremos a Montevideo. Hacemos funciones de viernes a domingo. Nos va muy bien en las provincias. Lo más difícil con este espectáculo –con el que cumplimos dos años de funciones–  es el Gran Buenos Aires. Imagino que es por la crisis que supuestamente tenemos, pero también porque la hicimos en plena avenida Corrientes seis veces por semana. La gente de Zárate, Morón, San Martín o Escobar ya vino a verla al centro. No tuvimos la masividad que cuando vamos a las provincias.

—¿Y el cambio de compañera? La estrenaste con Florencia Peña... ¿La ves en televisión como jurado?

—Con Muriel Santa Ana nos llevamos también muy bien, tiene otro humor, siguiendo la estructura de la obra le da otros vericuetos a su personaje. Como actores –incluyo a Julieta Vallina y a Rafael Ferro– nos entretuvo el cambiar la rutina y mantuvo al espectáculo muy vivo. No la veo a Florencia en la televisión, pero quedamos todos muy amigos. En cuanto pueda la voy a ver al teatro en Cabaret.

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—¿Tu obra “Por H o por B” se relaciona con la mentira?

—No es el tema. Pero la mentira es un recurso que utiliza mi personaje para evadirse de una verdad que no puede digerir, ni siquiera con su analista y que lo lleva a tener un infarto. Siente culpa y tiene desgaste físico.

—¿La mentira impera en nuestra sociedad?

—Sí. La mentira impera, traspasa a la humanidad y a cualquier sociedad. La gente miente para vivir en sociedad y se miente a sí misma. Hay grados de mentira. Cuando te focalizás en nuestra sociedad, hay una mentira que está aceptada a nivel mundial y no debería ser así: la de la campaña electoral. La herencia recibida es extraña. Si vas a ser gobierno ya sabés cómo están las cosas. Es como si comprás una casa y no sabés que hay un fantasma. Esto subestima. No hablo de este gobierno, me refiero a todos los del mundo. Está bien que la publicidad de un auto mienta –no sé si está bien–, pero si vamos a mentir con promesas para un bien común de la sociedad no me gusta y no estoy de acuerdo. Entonces basta de “vamos a tener inflación 0” o “los docentes deben ganar $ 40 mil por mes” que se dijo antes de las elecciones. No vale mentir en la campaña, ojo si hablamos de economía salarial, educación o salud. No podemos hacerlo: sería un delito si no lo cumplís. Creí que como gobierno liberal la inflación la iba a parar, imaginé el cierre de las pymes, la desocupación, etc. Ganó porque la gente lo votó. Si Macri y Cristina quisieran al país se convocarían y se pondrían de acuerdo en políticas de Estado, en cuatro temas claves. Es mentira que la lucha es por un proyecto político si no por quién agarra la torta.  Los argentinos queremos vivir en democracia, murieron muchos por esto, respetemos. Es el primer gobierno que pudo gobernar sin peronismo y con minoría.

—¿Te seguís psicoanalizando?

—Hace falta cuando uno no está conforme con uno mismo. Pero no es necesario cuando tenés sensaciones de bienestar, no te mentís mucho y si lo hacés no perdés el eje. Si tenés equilibrio interno no es imprescindible psicoanalizarse. Salvo los psiquiatras y psicoanalistas que lo necesitan por su propia profesión.

—¿Y el poder?

No me interesa y no lo tuve. Solo fui jefe de residentes. Siempre fui respetuoso de los demás, cumplir las reglas de juego, querer crecer, la puntualidad y no la desidia. No me gusta la responsabilidad de grupos. A veces me enojo, pero tengo el poder de pedir disculpas. No tengo orgullo, sí dignidad. El orgullo es no soportar algo de alguien porque me siento superior a los demás, por eso no piden disculpas. Dignidad es otra cosa, es estar digno de estar vivo y si hiciste un daño pedir disculpas. En los divorcios hay mucho orgullo y cero dignidad…ponen a los hijos en el medio…

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El robo del siglo

Comparte el teatro con la filmación de El robo del siglo sobre lo ocurrido en el Banco Río de Acassuso (2006). “Es la tercera película que filmo con Ariel Winograd –dice Diego Peretti– hicimos Sin hijos y Mamá se fue de viaje. Esta es un thriller de un robo bancario que por lo artesanal como actúan sus integrantes hay pasos de comedia. Está considerado entre los cinco mejores robos del mundo. No son ladrones, son personas que conocen de armas, de seguridad, de ingeniería y saben que habrá un pase de magia que les permitirá estar en su casa, mientras aún la policía no entró al banco. Interpreto a Fernando Araujo, el aparente cerebro del plan, junto a Guillermo Francella que hace de Luis Mario Vitette Sellanes “El uruguayo”. Se estrenará en enero del 2020”.

“Es un ladrón bastante peculiar –anticipa–, muy preparado intelectualmente, artista plástico, amante de la marihuana. Tiene una posición filosófica sobre cómo robó. No utilizó armas de verdad, por eso le bajaron la pena.  Hablé mucho con él, ya está libre. Los conocimos a los dos, aunque Sellanes vive en Uruguay y no puede volver. Nunca les encontraron el dinero. Todos los clientes cobraron sus seguros. El único que perdió fue el banco. Es un dilema moral. No fueron Robin Hood ya que no regalaron la plata a los pobres. Brecht escribió en La ópera de los tres centavos y que incluimos en la película: “¿Qué es peor una llave maestra o una acción en la Bolsa? ¿Robar un banco o fundarlo?”. Estos personajes se parecen a Los simuladores”.