Hace casi dos años que está en el escenario con la comedia Los vecinos de arriba en el Metropolitan Sura y nunca bajó del sexto lugar de preferencias de público. Las estadísticas de la Asociación Argentina De Empresarios Teatrales (AADET) lo confirman. Por integrar desde los inicios el elenco, dialogamos con Diego Peretti, actor y también desde hace muy poco dramaturgo, como lo confirma su obra Por H o por B, que firmó junto a Sebastián Suñé.
“Es un espectáculo que se instaló, más allá de los actores y el elenco. Es la sensación que tengo –analiza Peretti–. La gente termina yendo a verlo. Se sabe que divierte y entretiene. En el ámbito comercial es muy difícil. Con mi otro espectáculo –Por H o por B– nos está yendo muy bien y solo lo puedo hacer los días lunes ya que de miércoles a domingo sigo en el Metropolitan”.
—¿Afectó al teatro la subida del dólar?
—Tengo cierta experiencia en el ámbito comercial porque hice El placard y La chica del adiós, y me acuerdo de los números. El público es muy menor al de otros años, casi la mitad. Esta última semana estuvimos terceros, después de Martín Bossi y Roberto Moldavsky. Pero con este número de espectadores tres años atrás no entrábamos entre los diez más vistos. Es casi una buena boca de urna para testear lo que sucede.
—¿Cuál es la causa?
—Como en las películas, la balsa comienza con una correntada del río, ves el abismo y no podés detenerte. La sensación es esa, la sociedad ya lo vivió, la olfatea y alguno de estos síntomas está muy presente. Enseguida sacan el caparazón y comienza a invernar. Esto retrae a la gente para ir al teatro o al cine y la mete en su casa sin gastar plata. Es lógico.
—Este año se pasó en Netflix la película “La noche que mi madre mató a mi padre”. ¿Cómo se te abrió el mercado español?
—Ya tiene tres años, la filmé en Valencia. Hubo tres films que se dieron en España: No sos vos, soy yo (2004), Tiempo de valientes (2005) y Quién dice que es fácil (2006). Al hacer teatro no puedo viajar, pero recibo propuestas. En total filmé en España cinco películas.
—¿Por qué no hiciste ni televisión ni cine?
—Estoy en el teatro todos los días, no puedo. Extraño un buen guión que me dé ganas de contar. Me llegan propuestas, pero no tantas. La energía que me demanda el escenario no me permite hacer algo que no quiera hacer. No soy ambicioso en lo económico. Si hago coincidir el cine o la televisión con el teatro es porque el proyecto me gusta mucho: lo hice por Terapia.
—Como egresado del Colegio Nacional de Buenos Aires, ¿qué sentiste con lo que ocurrió?
—Cuando leí lo de las jóvenes sentí una gran admiración, fueron muy valientes. Me pareció un manifiesto, una declaración donde dejaron expresado lo que vivieron. No es fácil hacer lo que hicieron. Debieron haber vivido un dolor muy grande, eso fue el reflejo de su sufrimiento. En esa aula magna habló Raúl Alfonsín. Pasé la dictadura en ese colegio y se respiraba una atmósfera muy densa, todo muy complicado. No había nada concreto pero había un estado de miedo en los claustros. No sabías por qué pero intuías que de algunos temas no podías hablar…era el año 1976. Hubo una promoción con muchos desaparecidos.
—¿Qué pensás de lo que pasó con Ricardo Darín?
—No entiendo bien lo que dice Valeria Bertuccelli, pero lo que interpreto es un problema laboral que tengo y tendré yo. Es muy complicado. La discusión se confunde. Me parece desacertado. ¿Nunca maltrataste? Mujeres como Susana Giménez, Mirtha Legrand, Cristina Fernández de Kirchner o María Eugenia Vidal: ¿no maltrataron a sus compañeros alguna vez por el estrés del trabajo? Obviamente, una obra de Ingmar Bergman no ayuda. La susceptibilidad de los actores es muy grande. Nos exponemos monumentalmente frente al público, poniendo el corazón. ¿Creés que Norma Aleandro y Alfredo Alcón no habrán discutido con ese texto? Trabajé con Alcón y cuando se enojaba –siempre con razón– era terrible. Lo avalo porque era un artista y te avisaba una, dos, tres veces hasta que explotaba. Conozco a Darín, fue el productor y director del teatro Regina cuando hice Submarino amarillo, luego en la película La señal. Eran lugares de poder importante y el recuerdo que me dejó –más allá de su rigurosidad laboral– es que tenía una gran paciencia para tratar a técnicos y colegas. Todo me provoca miedo, se confunde el trabajo. Los actores a veces debemos llorar entre nosotros, para que esté vivo, después pedimos disculpas por habernos patinado. Esto debe pasar en todos los ámbitos. En una obra como la que hago ahora hay una descarga con el humor… pero con Bergman… no… Trabajé en la educación, en la salud, y viví maltratos de todo tipo.
Sobre Jair Bolsonaro, Donald Trump y Mauricio Macri.
Los lunes, que es el día de descanso teatral, Diego Peretti parte de gira con su espectáculo Por H o por B, escrito junto a Sebastián Suñé, con dirección de este último, y comparte el elenco con Agustina Cerviño y Paula Staffolani. Estarán en noviembre en La Plata y Tandil. “Tuve una educación muy autoritaria porque me tocó la dictadura –confiesa–. Pero no fue machista, me acuerdo desde el jardín de infantes, primario, secundario, universidad y luego residencias psiquiátricas con hombres y mujeres por igual”.
Cuando se le pregunta por el candidato Jair Bolsonaro en Brasil, contesta: “Primero me indigné con lo que decía y después traté de entender. Fui a Brasil en viaje de egresados en 1980, estuvimos un fin de año en Río de Janeiro. Después de la una de la mañana la policía nos sacaba a todos –estudiantes, prostitutas, a todo el pueblo–, nos mandaban a las casas, porque bajaban de las favelas a festejar. Y las cosas no han mejorado. Culturalmente, crearon una película, Tropa de élite (2007), que recibió muchos premios, donde aparecen claras actitudes fascistas o autoritarias. Debe haber mucha inseguridad, narcotráfico y todos los delitos, un candidato que dice frases imperativas, ordena lo arcaico, y por eso puede ganar. Hay que analizar cómo apareció Hitler, se debe estudiar la historia. ¡No estoy haciendo un alegato a favor! El pueblo brasileño es muy bueno, antibélico y solidario. Podés entender que Trump sea el reflejo de una sociedad como la de Estados Unidos. Prefiero que nuestra derecha sea Macri antes que Bolsonaro o Trump”.