Se los esperaba hace tiempo, claro. Desde aquellos principios de los ’90 en que comenzaron a desandar su camino a la par de bandas de la talla de Pearl Jam y Soundgarden. Stone Temple Pilots por fin llegó a la Argentina y, a pesar de los años (que no vienen solos, especialmente en el caso del cantante Scott Weiland, que tuvo no pocos problemas de adicciones), pudieron desplegar toda su potencia sobre el escenario del Club Ciudad de Buenos Aires y cerraron con todo la edición 2008 del festival Pepsi Music.
Pero antes que STP hiciera su aparición ante aquella paciente multitud de fanáticos que se acercó a escucharlos por primera vez en vivo en nuestro país, hubo tiempo para la “banda sorpresa” que prometían los organizadores. Los invitados especiales no fueron otros que los Massacre, que ya habían tocado en esta edición del Pepsi secundando a Babasónicos.
La banda de Walas y compañía volvió a demostrar su gran momento entre clásicos y temas de su último y exitoso disco, El Mamut, y dejó el escenario bien caliente para el ingreso de Weiland, Robert DeLeo (bajo), Dean DeLeo (guitarra) y Eric Kretz (batería), extraña y demasiado formalmente vestidos (el cantante, de chaleco y corbata).
Con Big empty y algunos problemas -rápidamente superados- de Weiland en la voz, Stone Temple Pilots comenzó a desandar una noche poderosa, que tendría lugar para temas como Wicked garden, Lounge fly, Sour girl, Vasoline, Big Bang baby, Lady picture show y Trippin’ on a hole in a paper heart, casi todos de los tres primeros discos de una banda que ha editado cinco placas en su carrera (Shangri-la Dee Da fue la última, en 2001, luego de la cual sobrevino una larga separación).
Pero el clímax de un show que duró algo más de hora y media llegaría con los clásicos Crackerman, Creep, Plush, Interestate love song y Down, que provocaron las reacciones más airadas de los fanáticos y cantitos de aprobación que generaron cierta sorpresa entre los estadounidenses: “Olé, olé, olé, olé…. Pilots, Pilots”.
Para la hora de los bises, que se hicieron rogar un poco, Weiland apareció enfundado en un poncho bien argentino, aunque con un sombrero estilo cowboy sobre su cabeza. Fue el tiempo, entonces, de potentes interpretaciones de Sex type thing y Dead and bloated (ambos de su primer disco, Core), acompañadas por un público que no paraba de saltar y coronadas por aplausos que pedían más. Pero, a pesar de los ruegos de aquellos que querían aprovechar unos minutos extra de Stone Temple Pilots en la Argentina, eso fue todo y el Pepsi Music 2008 llegó a su fin.
(*) editor de Perfil.com