afp/dpa/ap
Desde Detroit
Detroit, la cuna de la industria automotriz norteamericana, está en decadencia. La ciudad se declaró ayer en quiebra, tras 60 años de mala gestión financiera y crisis del sector automotor, que fue símbolo del auge económico de los Estados Unidos en el siglo XX. El gobernador de Michigan, Rick Snyder, declaró ayer que la cesación de pagos de Detroit es una oportunidad para remontar la crítica coyuntura económica.
En una conferencia de prensa, el gobernador defendió la decisión de declarar la bancarrota de Motown. “Queremos tranquilizar a los ciudadanos: todo va a seguir funcionando con normalidad. Llegó el momento de encaminar a Detroit. Necesitamos que la ciudad más grande de Michigan esté sana y sea fuerte”, sostuvo el dirigente republicano.
Sin embargo, en la actualidad Detroit es una ciudad deprimida. Hace seis décadas era la cuarta metrópoli de los Estados Unidos, pero ahora tiene una tasa de desempleo del 18,3%, más del doble que el promedio nacional. La prolongada decadencia de la urbe provocó que más de la mitad de la población emigrara desde 1950, pasando de 1,8 millones de personas a 685 mil habitantes en la actualidad.
La ciudad, que cuenta con una deuda de 18 mil millones de dólares y con una erosionada base fiscal, tiene dificultades hasta para mantener el alumbrado público. En la actualidad, 38 centavos de cada dólar que ingresan a las arcas públicas son destinados a pagar intereses, beneficios sociales y otras obligaciones. En cuatro años, esa cifra trepará a 65 centavos. En síntesis, el municipio no es capaz de recaudar lo necesario para funcionar y hacer frente a sus obligaciones.
Se espera que la quiebra dificulte el acceso al crédito para los ayuntamientos de Michigan y de otras ciudades, mermando la confianza sobre bonos que hasta ahora eran considerados como los más confiables. Este proceso es seguido con atención por los trabajadores de todo el país, que temen que sus pensiones sean disminuidas.
La quiebra tiene como objetivo proteger al municipio de los cerca de 100 mil acreedores. Un juez supervisará la negociación y el cumplimiento de los términos de la reestructuración de la deuda. Y garantizará la provisión de servicios básicos, como la salud, educación, limpieza y seguridad.
Detroit fue eje de la última campaña presidencial, cuando el candidato republicano Mitt Romney cuestionó el salvataje financiero de Barack Obama en 2009 a la industria del automóvil. Por ese entonces, el líder demócrata auxilió financieramente a General Motors y Chrysler con 86 mil millones de dólares.
