Justo cuando el conflicto en Siria parece acercarse a un punto de quiebre, el presidente Bashar Al Assad hizo una jugada inesperada. Por primera vez desde que estalló la guerra civil en 2011, el mandatario recibió a medios de habla hispana. Ofreció una entrevista a dos periodistas argentinos en la que aseguró que no va a renunciar, dijo que prevé un ataque de las potencias occidentales y se negó a hacer una autocrítica por la violencia que desangra a su país.
“El país está en crisis, y cuando el barco se encuentra en medio de la tormenta, el capitán no huye. Y renunciar sería huir”, sostuvo Al Assad durante el reportaje conjunto que dio al diario Clarín y a la agencia oficial Télam en el palacio presidencial en Damasco.
Tras varios meses de un virtual empate entre el régimen y las tropas opositoras, el conflicto en Siria adquirió una dimensión internacional que podría precipitar su desenlace. Mientras el presidente estadounidense Barack Obama resiste las presiones de los “halcones” de Washington para que intervenga en forma unilateral, Rusia defiende su decisión de proveer de armamento antiaéreo a Siria.
Ambas potencias pretenden concretar una conferencia internacional para abordar la guerra civil siria, pero las divergencias sobre las premisas y los eventuales integrantes del panel anticipan dificultades. El escenario es aun más complejo por la actuación de Israel, que lanzó ataques preventivos contra el régimen sirio, e Irán, que se autoproclamó defensor de Siria.
En ese contexto, Al Assad consideró como una “gran probabilidad” que “en algún tiempo se produzca algún tipo de intervención militar directa (de Occidente), aunque sea limitada”.
El mandatario dijo desconocer la cifra de muertos por la guerra civil, pero negó que sean 70 mil, como estima la ONU: “Primero hay que preguntar a quienes plantean esas cifras sobre sus fuentes y la credibilidad que tienen. Muchos de los muertos de los que hablan son extranjeros que vinieron a matar al pueblo y hay muchos sirios desaparecidos, por lo tanto no podemos dar una cifra precisa”.
Al Assad afirmó que las denuncias contra el régimen por la presunta utilización de armas químicas no son creíbles ya que “su uso significaría la muerte de decenas de miles de personas en cuestión de minutos”. Sobre las restricciones a la libertad de prensa en su país, el jefe de Estado se excusó diciendo que “la mala imagen que tiene Siria en el exterior se debe en gran parte a cómo informan los grandes medios de comunicación occidentales”.
Sin embargo, él mismo dio una muestra de dichas restricciones. Según relataron los entrevistadores, antes de comenzar el reportaje los asesores de Al Assad les prohibieron grabar la conversación y les dijeron que ellos mismos les darían luego el texto desgrabado.
Cuando le preguntaron si hacía una autocrítica, Al Assad evadió la respuesta: “Hay que hacer autocrítica a diario, pero es ilógico hacerla antes de que finalice el proceso”.
