INTERNACIONAL
Desafíos

Argentina y la gobernanza global

Nuestro país tiene que tener claro cuáles son los objetivos generales e intereses particulares al actuar con los organismos internacionales.

Trump Xi Jinping
Trump Xi Jinping | Afp

Ante el desafío de crear un orden global de posguerra, el Secretario de Estado norteamericano Dean Acheson manifestó en su libro Presente en la Creación que: “la tarea que enfrentaba el liderazgo norteamericano era apenas menos formidable que el descrito en el primer libro del Génesis. En el Génesis era crear un mundo a partir del caos. En nuestro caso era crear una mitad del mundo, una mitad libre, partiendo también del caos, sin hacer explotar el mundo en el proceso”. Con esto en mente, y en el contexto de la gobernanza global actual, la Argentina debe tener en claro cuáles deben ser sus objetivos generales, e intereses particulares, al actuar en los organismos internacionales.

Para contribuir a  evitar la autodestrucción humana, se creó el Consejo de Seguridad de la ONU, que tenía como uno de sus  objetivos principales el  evitar un conflicto militar/nuclear entre EE.UU. y la Unión Soviética. En paralelo se crearon instituciones internacionales para incentivar el desarrollo económico de las naciones en la mitad considerada libre. Estos fueron el GATT para el comercio (precursor de la OMC), el FMI y el Banco Mundial para las finanzas públicas, y el plan Marshall (precursor de la OCDE) para el desarrollo.  Así, mientras EE.UU. implementaba su estrategia de contención militar-estratégica de la Unión Soviética, también procuraba el desarrollo de las naciones bajo su esfera de influencia.

A 75 años de la creación de la ONU, y de los organismos multilaterales mencionados, los resultados han sido de naturaleza diversa. En primer término, el Consejo de Seguridad ha contribuido para que no se materialize una autodestructiva tercera guerra mundial, aunque sin poder evitar conflictos regionales. Su misión no ha sido cambiar la naturaleza humana, sino limitar los males que ésta puede producir. Sin embargo, los organismos específicos de la ONU no parecen hoy poder coordinar una acción común contra dos otras amenazas para la autodestrucción humana: el cambio climático, y las pandemias como el Covid-19.

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Los organismos específicos de la ONU no parecen hoy poder coordinar una acción común contra dos otras amenazas para la autodestrucción humana: el cambio climático, y las pandemias como el Covid-19

A su vez, los organismos económicos internacionales fueron exitosos en promover el desarrollo del “mundo libre” en las cuatro décadas que siguieron a la segunda guerra mundial. Pero a medida que EE.UU. empezó a disfrutar de su momento “unipolar” luego de la caída del muro de Berlín, el llamado sistema de posguerra comenzó a ser reemplazado por lo que el profesor de Harvard Dani Rodrik  llamó la agenda de la hiperglobalización. Esta se caracterizó por benefiicar el acceso a bajo de costo de bienes -con la excepción de productos agroganaderos-, servicios y crecientes flujos financieros a todos los mercados, y no necesariamente por promover el bienestar general de las economías nacionales receptoras. Organos como el FMI y la OMC alentaron esta agenda, provocando la reacción adversa de numerosos países en desarrollo en Asia, América y Africa, que se quejaban de una falta de legitimidad y justicia del sistema. A su vez, China, que se incorporó a la ONU en 1971 y luego a  instituciones multilaterales como la OMC, comenzó a demandar una mayor participación y representación en estos organismos.

Lamentablemente, lo que ya parecía un debilitamiento del sistema multilateral, se aceleró a manos del principal creador del sistema: EE.UU.  En cuanto  a seguridad, el bombardeo de Serbia bajo Clinton (1999), y la segunda guerra de Irak bajo Bush Jr. (2003), serían actos ilegales según las reglas de la ONU. En lo comercial, Donald Trump impediría el funcionamiento del relativamente exitoso órgano de resolución de disputas comerciales de la OMC. Finalmente, EE.UU. también se retiraría de los acuerdos sobre el cambio climático, y de la Organización Mundial de la Salud.

Analizando esto último, el profesor de Harvard Joseph Nye afirma que Trump heredó un sistema multilateral valioso pero imperfecto, y que ha tratado de rechazarlo, sin ofrecer una alternativa. Por su lado, el líder chino Xi Jingpin ha exhortado a los dirigentes chinos a tomar parte activa en la reforma del sistema de gobernanza mundial, buscando una mayor legitimidad a nivel global, pero con el peligro de debilitar a organismos como el de DD.HH. de la ONU. Mientras tanto Europa, Canadá y Japón, preocupados con el comportamiento y relativo alejamiento de  EE.UU., hacen esfuerzos por mantener  y fortalecer el orden multilateral. Ante este escenario,  el profesor de Princeton, John Ikenberry, piensa que EE.UU., dada su defensa de los valores de la libertad, la ley y los DD.HH, no puede reducirse a ser sólo una superpotencia más, compitiendo en un mundo anárquico con China y Rusia. 

La Argentina debe tener claro que objetivos, generales y particulares, debe perseguir en los organismos multilaterales

En este contexto, la Argentina debe tener claro que objetivos, generales y particulares, debe perseguir en los organismos multilaterales. El primer objetivo de la gobernanza global sigue siendo el evitar la autodestrucción de la humanidad, pero ahora no sólo por medios militares, sino que también por posibles pandemias, o como consecuencia del cambio climático. Un segundo objetivo debe ser el que no se destruya la parte del mundo que defiende los valores democráticos, el respeto de la ley, y los DD.HH. Para ello deberá trabajar con Europa, Canadá, y las naciones del Asia Pacífico, esperando a que EE.UU. retome un rol constructivo y de mayor colaboración con sus históricos aliados. Un tercer objetivo debe ser el defender los intereses económicos, comerciales, financieros, tecnológicos y territoriales del país ante los organismos internacionales. Para ello habrá que evitar las posiciones simplistas o demasiado ideológicas, y poner la economía, el desarrollo, y la creación de “buenos” empleos, por encima de las finanzas globales y la agenda comercial de la hiperglobalización.

Esto se presenta como otro importante desafío  para la “Cuádriga” exterior argentina -diplomáticos, políticos, académicos y empresarios-  que debe tener siempre como objetivo el aumento del bienestar general de los ciudadanos argentinos.