Ser extranjero, como es el caso de este cronista en tierra europea, e intentar entablar un breve diálogo con los peatones que practican la religión musulmana fue una tarea imposible. Y es entendible. Desde que ocurrió el atroz atentado en Barcelona que causó 16 muertos y más de 120 heridos, en manos de una banda criminal que usaba la religión como excusa para perpetrar sus planes, no son pocos quienes arrojan una mirada desconfiada hacia quienes siguen las enseñanzas del islam.
Sin embargo, salvo con los funcionarios con quienes pudo hablar PERFIL, tanto todos los miembros de la fuerza de seguridad local Mossos d'Esquadra, como la gran mayoría de los peatones y vecinos, se mostraron reacios a hablar ante una cámara o un grabador. Ni siquiera que se tome nota de sus pensamientos. Quedar atado a una posición es lo que nadie quiere. Y todos se cuidan. Por caso, ningún musulman quiere ser el vecino barcelonés que por una palabra de más quede señalado como partidario o militante de la causa del autodenominado Estado Islámico (que a fin de cuentas, cada vez tiene menos Estado en donde establecer sus bases).
El camino de la confianza debe desandar el recorrido de la camioneta blanca que para algunos había sellado el temor por tiempo indefinido.
En el mediodía de este lunes, un auto azul de alta gama detuvo su marcha ante el semáforo en rojo del cruce entre La Rambla y Carrer de Pelai, a metros del primer espacio memorial y frente a la Plaça de Catalunya. El tremendo vendaval de peatones que parecía no tener fin, no se percató del cambio de luz roja a verde, que le deba ahora paso al vehículo. En un fuerte lapsus de impaciencia y en punto muerto, el poco empático conductor apretó a fondo su acelerador para apurar a las personas. Naturalmente, el auto no se movió pero el “arrancón” provocó una reacción de pánico que duró poco, pero que bastó para que le llamaran la atención al alterado propietario del coche.
Barcelona quiere salir adelante, y su mejor terapia será la resiliencia perseverante. Y sería injusto pedir que combata además el prejuicio, dado que desde hace siglos se da una convivencia entre distintos credos y etnias.
Los dirigentes youtubers del Estado Islámico deben aprender que Barcelona no necesita una banda sonora épica, como la de los videos terroristas, para sonar convincente. Barcelona convence sin necesidad de pedirte que te quedes. Barcelona nació abierta y libre y seguirá así por más que algunos insistan en llamarla Al-Ándalus, en una delirante fantasía de propaganda bélica para seguir reclutando jóvenes.
En la marcha del pasado sábado, entre los 500 mil asistentes también había musulmanes, como el Centro Islámico Camino de la Paz, que portaba una pancarta con el lema "El terrorismo no tiene religión. Islam quiere decir paz".
PERFIL recorrió este lunes los 131 memoriales y ofrendas florales que se dejaron ver por última vez en La Rambla. Ositos, cartas, banderas, canciones, dedicatorios, homenajes, velas y todo tipo de mensajes conmemorativos formaron parte de ellas. El mosaico de Joan Miró en la Pla de l'Os se revelará nuevamente con la magia de los colores de antaño, una visión que es indeleble a mafiosos y asesinos.
(*) Enviado especial a Barcelona, España.
