El papa Benedicto XVI, que este lunes anunció su intención de renunciar a su pontificado, será recordado por su férrea defensa de la ortodoxia católica y como un tradicionalista que trató de reconciliar al mundo de la fe y de la razón en una Iglesia confrontada a numerosos escándalos, como el de la pedofilia.
El teólogo alemán Joseph Ratzinger, que adoptó el nombre de Benedicto XVI tras asumir el papado en 2005, había presidido por casi un cuarto de siglo, desde 1981, la célebre Congregación para la Doctrina de la Fe, el ex llamado Santo Oficio de la Inquisición. Sucedió como obispo de Roma a Juan Pablo II, tras uno de los pontificados más largos y carismáticos de la historia.
Su misión se vio confrontada a la crisis más profunda de la Iglesia contemporánea, provocada por las revelaciones y denuncias en numerosos países contra religiosos por haber cometido durante décadas abusos sexuales a menores.