Un camarógrafo brasileño falleció después de haber sido declarado con muerte cerebral, por resultar herido en la cabeza con una bengala durante un violento enfrentamiento entre policías y manifestantes la semana pasada en Río de Janeiro.
Santiago Andrade, de 49 años, permanecía en coma con apoyo vital artificial en el Hospital Bandeirantes de Río. Los médicos lo habían declarado con muerte cerebral, daño provocado por una bengala que le cayó en la cabeza durante las protestas contra el aumento a la tarifa de transporte en Río.
Imágenes de video -tomado para la cadena Band TV, donde trabajaba la víctima- parecen mostrar que la bengala fue lanzada por los manifestantes, según informa la AFP. Un manifestante se entregó a la policía, aunque dijo que él no lanzó la bengala, pero señaló a otro joven que lo hizo.
Andrade falleció esta madrugada tras su muerte encefálica. "Su familia ya hizo la donación de varios órganos", informó el vocero del Hospital Bandeirantes a la cadena AFP. "Será incinerado este jueves a las 11 (10 en Argentina) en el cementerio de Cajú", agregó.
Ayer, tras conocerse la noticia, camarógrafos de televisión y fotógrafos se reunieron en el sitio donde Andrade fue herido para rendirle honor, mientras un pequeño grupo de manifestantes se congregaba en el centro de Río para protestar nuevamente por el alza de las tarifas.
Andrade tenía 49 años y era padre de una niña de 11. El jueves pasado cubría una violenta protesta contra el aumento del pasaje de autobús frente a la Central do Brasil, la mayor estación de metro y trenes de Rio, cuando fue impactado en la cabeza por una bengala.
Los médicos declararon el lunes su "muerte encefálica", anunció la secretaría de Salud de la ciudad, convirtiéndolo en la primera víctima fatal de las violentas protestas que sacuden a Brasil desde junio pasado.
Las manifestaciones contra el gobierno comenzaron en junio y llegaron a convocar hasta a un millón de personas en demanda de mejor educación y salud, y para poner en entredicho los miles de millones gastados en el Mundial de este año y las Olimpiadas de 2016. Las movilizaciones disminuyeron en tamaño, pero siguen siendo violentas.
