INTERNACIONAL

Dilma lanza la campaña por su reelección luego de la Copa del Mundo

<p>La presidenta sueña con un triunfo de Brasil para mejorar su imagen. El temor a Messi.</p>

La pelota no se mancha. Dilma inauguró las obras mundialistas. Hay mucha expectativa por el resultado deportivo.
| AFP

“No percibir la importancia que la Copa del Mundo tiene para el pueblo brasileño es una mirada pequeña de Brasil, muy pequeña. La Copa es uno de los eventos culturales más importantes de nuestro país, moviliza a todas las clases, a todos los corazones.” Quien pronunció esta semana semejante definición fue Dilma Rousseff, que considera que el mundial de fútbol, por su dimensión social y política, será clave para su reelección.

Aunque encabeza todas las encuestas, su suerte para vencer en primera vuelta está atada al éxito en la organización de la Copa, en que no haya grandes protestas ni brotes de violencia y en un buen desempeño de la verdeamarela. Por eso, lanzará su campaña política recién después del 13 de julio, fecha en que se jugará la final en el Maracaná.

Durante sus breves vacaciones en las playas de Bahía, Rousseff se reunió con sus principales asesores para definir la estrategia que adoptará de cara a las elecciones del 5 de octubre, a las que se postulará en busca de un segundo mandato. Allí, diseñó la coalición partidaria que la respaldará en los comicios, estudió un cambio de gabinete que represente a todas las fuerzas y acordó iniciar su carrera al Palacio del Planalto cuando finalice la competición.

El Mundial está funcionando como el Carnaval. Acá en Brasil todo empieza después del Carnaval”, explicó a PERFIL Pablo Gentili, secretario ejecutivo de Clacso. “Si Brasil perdiera escandalosamente la Copa en primera o segunda ronda, generaría cierto malestar social que quizá se traduzca en una sensación de que todo anda mal. Pero los eventos deportivos tienen una importancia más efímera de lo que parece. Lo que va a influenciar en las próximas elecciones es la mejora que habrán visto los sectores sociales en sus condiciones de vida”, agregó el profesor de la Universidad del estado de Río de Janeiro. Sin embargo, para el Ejecutivo brasileño la importancia del Mundial no es menor. Invirtió 13.630 millones de dólares; construyó y remodeló 12 estadios, y espera recibir a 600 mil extranjeros. El objetivo del gobierno es que la organización sea un éxito y que no haya protestas, como en junio pasado, cuando se disputó la Copa de las Confederaciones.

Quien sí cree que el evento impactará profundamente en las elecciones es Flavio de Campos, profesor de la Universidad de San Pablo y coordinador de Ludens (Núcleo Interdisciplinar de Estudios sobre Fútbol y Modalidades Lúdicas). “El desempeño de la selección sin duda tendrá influencia sobre el humor del electorado. En la segunda fase, podemos chocar con Holanda o España, dos equipos fuertes. Si Brasil pierde, se abrirá un vacío hasta el final del torneo. Por otro lado, si a la selección le fuera bien, el gobierno y el PT podrían cosechar dividendos electorales”, opinó el historiador.

Tradicionalmente, los mundiales tuvieron poco impacto electoral en Brasil, cuyos comicios coinciden con esos torneos. En 2002, pese a que Brasil fue campeón, el oficialista Partido Social Democráta Brasileño (PSDB) de Fernando Henrique Cardoso fue derrotado. Y en 2006, la selección fue eliminada en cuartos de final, pero eso no impidió que el Partido de los Trabajadores (PT) se alzara con la reelección de Luiz Inácio Lula da Silva. Esa tendencia podría cambiar este año, cuando el anfitrión, Brasil, busque ahuyentar el fantasma del Maracanazo de 1950.

Otro aspecto que vincula el fútbol con la política es el profundo descontento con los altos gastos que demandó la organización de la Copa, que succionó recursos del Estado que podrían haber sido destinados a la educación, la salud, el transporte y la seguridad.

Para contrarrestar esas críticas, Dilma decidió que su gobierno emita una amplia campaña que defienda la importancia de la realización del Mundial. Para el Planalto, la Copa atraerá al turismo, dejará inversiones en las redes de transporte público y afianzará a Brasil como un poderoso mercado emergente. Para Dilma, que apuesta a que Neymar postergue el sueño de Lionel Messi, será la oportunidad perfecta para ganarse el corazón de los brasileños