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Bruselas negocia con los EE.UU. y ya no se preocupa por el Mercosur

El acuerdo con Washington representaría el 60% del PBI mundial y un tercio del comercio internacional. Además, crearía normas y estándares.

Intimos. Merkel y Obama charlan en un receso de la última cumbre del G7 en Alemania. Buscan aumentar comercio e inversiones.
| Cedoc Perfil

Las negociaciones comerciales entre el Mercosur y la Unión Europea están empantanadas desde hace 15 años. Mientras funcionarios y la prensa brasileña culpan a la Argentina por la demora en las negociaciones, la UE mira hacia otras latitudes. Bruselas dialoga con Estados Unidos para sellar un ambicioso y amplio acuerdo, que representaría el 60% del producto bruto interno (PBI) mundial. La Asociación Transatlántica de Comercio e Inversión (TTIP, por sus siglas en inglés) es mucho más que un bloque comercial. Involucra también normas jurídicas y estándares, que buscan atraer más inversiones a ambos lados del Océano.
Ante las dos negociaciones simultáneas, el interrogante apunta en una dirección: ¿está la Unión Europea más interesada en sellar ese acuerdo que uno con el Mercosur? Andrés Malamud, investigador de la Universidad de Lisboa, está convencido de que sí. “El Mercosur tiene un peso ínfimo en el comercio mundial, mínima producción tecnológica y escasa capacidad para fijar estándares, mientras que EE.UU. constituye la primera economía mundial, es el mayor generador de estándares y la principal fuente de tecnología”, respondió a PERFIL.
Eduardo Sigal, ex subsecretario de Integración Económica de Cancillería, fue uno de los funcionarios argentinos encargados de negociar con Bruselas. Para él, uno y otro tratado no son antagónicos. “Soy bastante escéptico sobre un acuerdo con Bruselas. Pasaron muchos años, y cada vez que nos aproximamos a un entendimiento, algún sector productivo y corporativo puso palos en la rueda para impedirlo”, confiesa.
Aunque el TTIP también tiene dificultades, el botín es más atractivo, tanto para Europa como para Estados Unidos. Comenzó a debatirse en 2013 con el objetivo de relanzar el intercambio de bienes, servicios e inversiones entre las dos partes. “Iremos más allá de lo que puede conseguir la Organización Mundial del Comercio”, dijo el por entonces comisario de Comercio de la UE, Karel De Gucht. La Asociación acapararía un tercio del comercio internacional de bienes y servicios y tendría un mercado de 800 millones de consumidores. Sería la mayor zona de libre comercio del mundo, y elevaría el PBI anual de ambos bloques 0,5%.

Consecuencias. “El principal impacto sería en el plano regulatorio. Un acuerdo de libre comercio entre Estados Unidos y la Unión Europea establecería un conjunto de reglas en ámbitos que aún no están armonizados en el plano multilateral, que serviría de referencia para el resto de la comunidad internacional. Dada la parálisis de la OMC, un acuerdo constituiría un hecho difícil de eludir”, explicó Roberto Bouzas, vicerrector de la Universidad de San Andrés.
Pese a la ambición de rediseñar el comercio mundial, las trabas amenazan con minar el TTIP. El grupo socialista en el Parlamento Europeo puso reparos ante la protesta de ecologistas y sindicatos. Además, el gobierno de Barack Obama exigió la creación de un tribunal para la protección de la inversión extranjera, al estilo del Ciadi, que fue rechazado por Francia y Alemania.

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¿Un default de Grecia?
El ministro de Finanzas griego, Yanis Varoufakis, instó ayer a la canciller alemana, Angela Merkel, a impulsar un compromiso de la Eurozona con Atenas y a no seguir a “las sirenas de su gobierno” que quieren echar al Ejecutivo griego “por la borda”. “La canciller alemana estará el lunes ante una encrucijada decisiva”, escribió en un artículo que publicó el dominical alemán Frankfurter Allgemeine Sonntagszeitung.
Varoufakis considera que el futuro de Grecia en la Eurozona depende de la cumbre de jefes de Estado que se celebrará mañana. “Llegaremos a Bruselas con la voluntad de aceptar compromisos siempre y cuando no se nos pida aceptar nuevas deudas”, aseguró el funcionario. Grecia está al borde del default, ante la imposibilidad de pagar el 20 de julio sus vencimientos de deuda.