Desde Paris
Bélgica declaró ayer el estado de alerta máxima, cerró los subterráneos y reforzó las medidas de seguridad en Bruselas en previsión de un “inminente atentado grave”. Cerca de mil militares en uniforme de combate, con chalecos antibalas y vehículos blindados patrullan las calles desiertas de la capital en busca de dos hombres, uno de los cuales al parecer transporta un cinturón o un chaleco explosivo similar a los que fueron accionados por los kamikazes durante los ataques del 13 de noviembre en París.
La policía y las fuerzas especiales, por su parte, recorrían los barrios más alejados del centro y, sobre todo, las “zonas sensibles”, como el barrio de Molenbeek, considerado un auténtico vivero yihadista.
También cerraron los negocios céntricos, los centros comerciales, cesaron las actividades en lugares públicos y salas de espectáculos y se suspendieron los encuentros deportivos. Bruselas parece una ciudad en estado de sitio.
El primer ministro, Charles Michel, confirmó que los servicios de seguridad temían un atentado similar a los ocurridos la semana pasada en París, que dejaron 129 muertos y 352 heridos.
El nivel 4 del estado de alerta corresponde a un “riesgo de atentado inminente” que puede ser cometido “simultáneamente en varios lugares” por “individuos que transportan armas y explosivos”. Esa medida extrema fue recomendada por el Consejo Nacional de Seguridad a partir de una evaluación realizada por el Organo de Coordinación para el Análisis de Amenazas (OCAM). Los objetivos potenciales podían ser varios lugares públicos –no identificados– en los cuales se congrega gran cantidad de gente.
Tercera vez. Es la tercera vez que Bélgica adopta el nivel máximo de alerta por amenaza de atentado. La anterior fue el 24 de mayo de 2014 después del ataque del yihadista franco-argelino Mehdi Nemouche en el Museo Judío de Bruselas, que provocó cuatro muertos. En el resto del país se mantiene el nivel 3 de la escala.
Los primeros indicios alarmantes surgieron durante la reciente detención de tres sospechosos de estar vinculados a los atentados de París. Dos de ellos son Hamza Attouh y Mohamed Amri, que respondieron a un pedido de ayuda formulado desde la capital francesa por Abdeslam Salah para que fueran a buscarlo. Abdeslam Salah, belga-marroquí de 26 años, es el único miembro del comando que permanece fugado. Su hermano Brahim murió al inmolarse en un bar del Boulevard Voltaire, a pocos pasos de la Plaza de la República.
El tercer sospechoso es un marroquí no identificado que lo ayudó durante su fuga después de haber regresado a Bélgica. La policía encontró en su automóvil un arma cargada, huellas de sangre y un celular. En su casa había cinco revólveres. En el teléfono –según el diario La dernière heure, de Bruselas– había un mensaje que decía: “El judío no está”.
Otra pista provino de Turquía, donde la policía detuvo al belga Ahmed Dahmani, de 26 años, que habría sido el encargado de elegir los blancos de los ataques en París. Junto con él fueron arrestados dos sirios encargados de custodiarlo.
Las autoridades creen que gracias al cerco que se cierra poco a poco no tardarán en lograr la captura de Salah, a menos que antes haya cometido algún acto irreparable.