El colapso del régimen de Bashar al-Assad marcó un punto de inflexión en la historia contemporánea de Siria, después de más de cinco décadas de gobierno de su familia. Con su caída y posterior huída secreta, surgieron interrogantes sobre el paradero de la inmensa fortuna acumulada durante años, según señalaron varios funcionarios gubernamentales y organismos de derechos humanos de distintas partes del mundo.
La dinastía al-Assad, que comenzó con Hafez y continuó con su hijo Bashar, consolidó un sistema basado en la apropiación de recursos públicos y se cree que esta fortuna está diversificada en inversiones inmobiliarias, hoteles y cuentas en paraísos fiscales. Por este motivo, los expertos buscan rastrear los bienes y activos que tendrían en distintos puntos de Europa, el Golfo Pérsico y Rusia.
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Según plantearon abogados de diferentes ONG's, el fin es recuperar activos para el pueblo sirio mediante la identificación de esta riqueza, que se estima que podría tener un valor de hasta 12.000 millones de dólares, aunque en realidad es una cifra muy difícil de determinar con exactitud.
“Habrá una búsqueda internacional de los activos del régimen”, confirmó Andrew Tabler, exfuncionario estadounidense que tuvo la tarea de identificar bienes de la familia al-Assad luego de que la Casa Blanca le impusiera sanciones, en declaraciones al diario The Wall Street Journal.
“Dispusieron de mucho tiempo antes de su colapso para lavar su dinero. Tuvieron un plan B y están bien equipados para el exilio”, añadió al hacer referencia en el hecho de que Hafez al-Assad tomó el poder en 1970, y en la estrecha relación del regimen con otros dictadores como Saddam Hussein, en Irak, y Muammar Khadafi, en Libia, que lo habrían ayudado.
Bancos, propiedades de lujo en Europa -como inmobiliarias rusas, hoteles boutique en Viena-, cuentas offshore y hasta un jet privado localizado en Dubai, son algunos de los focos de esta investigación global, acorde a lo explicado por abogados norteamericanos y las organizaciones involucradas en la búsqueda.
Estados Unidos, por su parte, ya había ampliado en 2019 su programa de sanciones bajo la Ley Cesar, que apuntó contra el gobierno Bashar al-Assad y a quienes se hayan beneficiado con el mismo, por crímenes de guerra contra la población siria. La legislación fue dirigida a una serie de industrias, incluidas aquellas relacionadas con infraestructura, mantenimiento militar y producción de energía.
William Bourdon, abogado de derechos humanos especializado en delitos "de cuello blanco", dijo al Journal que los al-Assad se vieron beneficiados por coimas que recibieron en el sector de la construcción. También detalló que Hafez puso a su cuñado Mohammad Makhlouf a cargo de algunos de los negocios más importantes del país y éste luego se los sucedió a su hijo, Rami.
Además, se especula con que la esposa de Bashar al-Assad, Asma, nacida en Gran Bretaña y exbanquera de JPMorgan, también cooperaba en esa dinámica, según una acusación del Departamento de Estado de Estados Unidos.
Bashar al Assad terminó huyendo de Siria el 8 de diciembre pasado, mientras los rebeldes de la oposición avanzaban hacia Damasco. Allí saquearon el palacio de Gobierno, donde se grabaron con muebles de lujo, obras de arte e incluso dentro de un inmenso garage en el que estaban guardados los vehículos de alta gama del exmandatario sirio, con autos y motos de marcas como Ferrari, Lamborghini y Mercedes Benz.
La caída del regimen en Siria
La caída de Damasco marcó el fin de una era que comenzó en 1970, cuando Hafez al-Assad tomó el poder mediante un golpe de Estado. Bajo su liderazgo, Siria se convirtió en un actor clave en la política del Medio Oriente, a menudo a costa de la represión interna.
Bashar asumió la presidencia en el año 2000, prometiendo reformas que nunca se materializaron plenamente y que incluso profundizó la represión durante las protestas de la Primavera Árabe de 2011. En la entrada de los rebeldes en la capital, miles de prisioneros políticos han sido liberados, y los símbolos del antiguo régimen fueron desmantelados.
Sin embargo, la incertidumbre prevalece porque las facciones rebeldes, aunque unidas en su oposición a Assad, tienen agendas diversas que podrían complicar la formación de un gobierno estable.
FP/ff