Washington.- El objetivo del viaje que el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, emprende el jueves por América Latina, el más largo realizado hasta ahora, tiene un objetivo claro: disminuir la amenazante influencia de Hugo Chávez.
El presidente venezolano no perdió ni una sola oportunidad en los últimos tiempos para demostrar su animadversión hacia el " imperialismo" de Estados Unidos y su mandatario.
En enero recibió con los brazos abiertos en Caracas al presidente de Irán, Mahmud Ahmadineyad, máximo enemigo de Bush, y unos meses antes, ante la Asamblea General de Naciones Unidas en septiembre, no dudó en llamar " diablo" a Bush, del que dijo que había dejado olor a azufre en la tribuna.
Bush sabe que no será fácil presentarse a sí mismo como un amigo creíble de América Latina mientras visite Brasil, Uruguay, Colombia, Guatemala y México.
Los países al sur de Estados Unidos suelen desconfiar profundamente del rico y poderoso vecino y de su dominio mundial. Cinco años de política negligente hacia Latinoamérica durante la guerra global contra el terrorismo de Bush únicamente profundizaron los resentimientos.
Hace seis años, Bush se entusiasmó con el siglo americano, describiendo su visión de un hemisferio próspero y unificado desde Alaska a Tierra de Fuego. Desde los ataques del 11 de septiembre de 2001 y las guerras en Afganistán e Irak, sin embargo, Washington hizo poco por poner en acción la gran idea de Bush.
El único factor mitigante podría ser la ayuda económica estadounidense a América Latina, que se incrementó de 862 millones de dólares en 2001 a los 1.700 millones propuestos para 2008, según el Departamento de Estado norteamericano.
Miembros del Congreso criticaron a Bush por la desatención a Latinoamérica, que según ellos contribuyó a un giro político a la izquierda en toda la región, a un clima cada vez más antiestadounidense y a una creciente polarización económica. "La razón por la que estamos teniendo problemas en América Latina es que no nos concentramos allí, desviamos nuestra atención a otro lugar", dijo la diputada Connie Mack, una republicana de Florida.
El viaje de Bush pretende mandar el mensaje de que su gobierno valora Latinoamérica. La Casa Blanca seleccionó cuidadosamente las capitales con gobiernos más moderados y líderes en los que Estados Unidos percibe un creciente malestar ante las estridencias y pretensiones de poder de Chávez.
Numerosos miembros de alto nivel del gobierno -incluidos el secretario de Comercio, Carlos Gutiérrez, el secretario de Seguridad Interior, Michael Chertoff, y diplomáticos de primera línea- viajaron en las últimas semanas a México, Brasil y Argentina para dejar claro a sus ejecutivos la importancia que tienen para Washington.
Bush persigue también un éxito en política exterior en América Latina, algo que no alcanzó en Cercano Oriente. Estados Unidos quiere sugerir una alianza ecológica con Brasil que haga a Washinton menos dependiente del petróleo de Venezuela. Para ello, se espera que Bush y el presidente brasileño, Luiz Inacio Lula da Silva, firmen un acuerdo para la producción y promoción conjunta del combustible etanol, hecho con remolacha azucarera.
En Uruguay, está sobre la agenda la aprobación de un tratado sobre liberación del comercio. En Colombia, que recibe grandes sumas de apoyo financiero de Estados Unidos, Bush se reunirá con su aliado Uribe, presidente de la nación, que acusa a Venezuela de apoyar a las guerrillas izquierdistas activas en el país.
Sin embargo, Washington teme que las protestas callejeras en las ciudades latinoamericanas distraigan el foco de los temas económicos y políticos que se discutirán durante la visita de Bush. El ambiente popular no es favorable al presidente norteamericano y la región parece haber dejado de ser el patio trasero de Estados Unidos.