David Cameron les ganó a todos. A su contrincante Ed Miliband, a los encuestadores y a los medios de comunicación que daban por hecho el empate vaticinado por los sondeos de opinión. Su victoria arrolladora y sorpresiva provocó el mayor shock en la política británica de las últimas décadas. Los conservadores se alzaron con 331 bancas en el Parlamento, cinco más de las 326 que garantizaban la mayoría absoluta. Tras esta victoria, gobernará hasta 2020 sin la necesidad de reeditar la alianza con los liberaldemócratas de Nick Clegg, quien renunció tras el duro revés en las urnas.
“Es la victoria más dulce. Hemos derrotado también a los sondeos y a los comentaristas”, dijo ayer un exultante primer ministro, al festejar el resultado de los comicios que le aseguraron cinco años más en Downing Street. Su contracara fue Miliband, que presentó su renuncia como líder del laborismo, tras perder 26 escaños en el Parlamento con respecto a los comicios de 2010.
La inexactitud en las encuestas llevó al British Polling Council, la asociación que agrupa a las empresas demoscópicas británicas, a abrir una investigación sobre la metodología empleada para determinar la intención de voto. El Reino Unido tiene un sistema uninominal, dividido en 650 circunscripciones, en las cuales el candidato más votado se queda con la banca. Stephan Shakespeare, director ejecutivo de YouGov, que la víspera de los comicios anticipaba un empate entre laboristas y conservadores con el 34% de los votos, admitió que fue “una noche terrible para los encuestadores”. “Pido perdón por este pobre resultado”, dijo en su cuenta de Twitter.
Incluso el boca de urna difundido el jueves por la noche por la BBC se quedó corto en sus previsiones, al adjudicarle 316 escaños a los conservadores. “Los sondeos demostraron ser erróneos o, por lo menos, hubo un tardío crecimiento de los conservadores que nadie relevó”, explicó a PERFIL Tom Quinn, profesor de Gobierno de la Universidad de Essex. Según el académico, no hay ejemplos en la historia política británica de un partido que triunfe en las elecciones cuando hay desconfianza en su gestión de la economía –motivado por las administraciones de Tony Blair y Gordon Brown– y cuando su líder “es percibido como un candidato débil para el puesto de primer ministro”.
Otro de los aspectos que perjudicaron a Miliband y beneficiaron a Cameron fue el auge de Nicola Sturgeon, del Partido Nacionalista Escocés (SNP), que conquistó 56 de las 59 bancas en juego en Escocia. “Una de las grandes noticias de esta elección fue el auge del nacionalismo escocés pero también del nacionalismo inglés, que benefició a los conservadores y al UKIP”, agregó Quinn, quien sostuvo que los tories azuzaron el fantasma de una coalición entre Miliband y el NSP.
El premier reelecto recibió ayer el encargo de la reina Isabel II de formar gobierno y anunció la continuidad del núcleo duro de su gabinete, al ratificar a sus ministros de Economía, George Osborne, de Relaciones Exteriores, Philip Hammond, de Interior, Theresa May, y de Defensa, Michael Fallon. Con el lema “keep the economy strong” y previsiones de un crecimiento de la economía del 2,5% en 2015, Cameron convenció a la mayoría del electorado británico y retuvo el poder.
Temor al “Brexit”
La victoria de David Cameron inquietó a Bruselas, ante la posibilidad de la salida de Londres del bloque regional. “Habrá un referéndum sobre nuestro futuro en Europa”, confirmó ayer el líder conservador, que había prometido durante la campaña convocar a una consulta popular antes de 2017. Sin embargo, un “Brexit” tendría costos económicos muy elevados para Londres, superiores a los 300 mil millones de euros anuales del producto bruto interno (PBI). La economía podría caer un 14%, constituyendo una debacle para el sector financiero e industrial.
En tanto, el impacto también se sentiría en otros países de la Unión Europea (UE). Alemania tendría pérdidas de hasta 58 mil millones del PBI. Irlanda, Luxemburgo, Bélgica, Suecia, Malta y Chipre serían los que más sufrirían con el portazo del Reino Unido.