ANSA
Beijing
Un tribunal chino condenó a la multinacional farmacéutica GlaxoSmithKline (GSK) a pagar una multa por el equivalente a más de 490 millones de dólares por corromper a funcionarios chinos. El ex director de la compañía para este país, Mark Reilly, fue condenado a tres años de prisión.
Como el empresario “colaboró” con las autoridades, su sentencia fue suspendida por dos años. Otros dirigentes de GSK China fueron condenados a penas de entre dos a cuatro años de prisión. Sus penas también fueron suspendidas.
“Las pruebas son abundantes y las investigaciones son claras. Dado que el imputado Mark Reilly volvió –voluntariamente– a China para colaborar con las investigaciones y los otros imputados confesaron, fueron aplicadas condenas leves, de acuerdo con la ley”, afirmó en un comunicado el tribunal de Changsha.
El tribunal emitió la sentencia después de un proceso a puertas cerradas que duró pocas horas. La GSK difundió a través de su sitio web una nota en la cual declara aceptar la sentencia y “se excusa con el pueblo chino”.
Además, afirma que la multa será pagada con lo recaudado por las actividades de la compañía en China.
La relativa suavidad de las condenas, el hecho de que a Reilly le será probablemente permitido dejar China y la pasiva reacción de la multinacional, difícilmente lograrán aplacar los temores suscitados en el mundo de los negocios internacionales por las numerosas investigaciones abiertas en los últimos meses por las autoridades chinas contra empresas extranjeras acusadas de prácticas monopólicas y otras irregularidades.
La causa suscitó las protestas de empresarios e instituciones de todo el mundo, entre ellas la Cámara de Comercio Europea en China.
Las investigaciones empezaron tras una carta enviada a la dirigencia de la multinacional, y probablemente a las autoridades chinas, que denunció los sobornos que habrían sido pagados por GSK China para imponer sus propios productos con la ayuda de médicos y funcionarios corrompidos.
El escándalo es el más grande que involucre a hombres de negocios extranjeros en China tras el que en 2009 protagonizó Rio Tinto, una minera australiana.