Cerca de 35 millones de colombianos votarán hoy en la elección más crucial de la historia moderna del país. No elegirán presidente, gobernador, senadores o diputados. Optarán por decirle “sí” a la paz o “no” al Acuerdo Final firmado esta semana por el mandatario Juan Manuel Santos y Rodrigo Londoño, alias Timochenko, número uno de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). En los comicios, no sólo se jugará el futuro político del país, sino también la suerte del actual jefe de Estado –que puede pasar a los libros de historia o perder en pocas horas su capital político– y la de su antecesor, mentor y ahora adversario, Alvaro Uribe, quien sostiene que el pacto garantizará la impunidad de los jefes guerrilleros.
“¿Apoya usted el Acuerdo Final para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera?”, es la pregunta que los colombianos tendrán que responder marcando “sí” o “no”. Ambas campañas culminaron ayer, con una apuesta por movilizar y despertar el interés de los indecisos.
Los defensores del “sí” al acuerdo, que son todos los partidos –menos el Centro Democrático–, sindicatos, organizaciones sociales y asociaciones de víctimas, argumentan que es una oportunidad única para finalizar un conflicto armado que lleva más de cinco décadas. En cambio, los promotores del “no”, liderados por Uribe, alegan que esa iniciativa marcaría el triunfo de “la agenda del terrorismo” y del “castro-chavismo”.
Las últimas encuestas pronostican una victoria de los primeros, con una intención de voto de entre el 54 y el 52%, mientras que la opción del “no” oscilaba entre el 34 y el 38%. Para que el acuerdo entre en vigor, el “sí” también tiene que superar el umbral de 4 millones y medio de votos –el 13% del padrón electoral–.
Las autoridades subrayaron que la votación será la más tranquila que viva Colombia, ya que las FARC firmaron la paz y la segunda guerrilla del país, el Ejército de Liberación Nacional (ELN), anunció un cese de hostilidades para no entorpecer el plebiscito.
ReparaciЧn. Las FARC anunciaron ayer desde La Habana que procederán a la reparación material de las víctimas y declararán los “recursos monetarios y no monetarios” que poseen, con el propósito de cumplir lo pactado el lunes pasado en Cartagena. El jefe del equipo negociador del gobierno, Humberto de la Calle, aplaudió esa inicitaiva: “Esto muestra que estamos cumpliendo los acuerdos… siempre dijimos que habría reparación material y ésta es la demostración de que la habrá”.
El dinero de las FARC fue durante años un misterio difícil de descifrar. Actividades como la minería, el narcotráfico, la extorsión y el secuestro le permitieron a la guerrilla financiarse por décadas, pero es imposible calcular a cuánto ascienden sus recursos y dónde están escondidos.
“No”. Los uribistas organizaron ayer caravanas por Bogotá, Barranquilla y Boyacá para convencer al electorado. Para Uribe, votar por el “no” equivale a oponerse a que los líderes guerrilleros aspiren a cargos de elección popular; que haya impunidad en su tránsito a la vida civil; y que la Justicia Especial para la Paz juzgue a miembros de la fuerza pública. Pero también se trata de su supervivencia política: en una Colombia pacificada, su dura prédica a favor de la seguridad ciudadana perdería fuerza.
Para Santos, en cambio, se trata de pasar a la historia como el estadista que logró pacificar Colombia. Según su visión, el acuerdo sentará las bases políticas y jurídicas para el crecimiento de la economía. Además, la entrega de las armas de las FARC simbolizará el fin del foquismo, instaurado por Ernesto Che Guevara, y de la Guerra Fría en América Latina.