INTERNACIONAL
El plan de salvacin

Cómo se montó el "Operativo Jaque" que liberó a Ingrid

Meses de recolección de datos, engaños y juegos psicológicos sirvieron para el rescate. Los antecedentes mundiales. El papel del ego de "César". Galería de fotos

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| Revista La Semana (Colombia)

El sorpresivo rescate de Ingrid Betancourt y 14 hombres secuestrados por las Farc, todavía conmueve al mundo. Y pocos encuentran respuesta a un interrogante: ¿Cómo es posible que después de tantos intentos fallidos, fuerzas militares y de inteligencia hayan podido penetrar el corazón de las Farc, la organización guerrilla colombiana que durante años supo cultivar un perfil duro, cerrado e inaccesible?

Algunas respuestas las aporta la influyente revista política colombiana La Semana en una edición especial que aborda el rescate detallando los pasos que siguió el ejército colombiano para que la misión fuese exitosa.

Cerca del mediodía de ayer, los rehenes subieron a un helicóptero que supuestamente pertenecía a una organización civil amiga de la guerrilla acompañados. Iban acompañados por el temido Gerardo Antonio Aguilar Ramírez, alías "César", y por otro integrante de las Farc apodado "Gafas", que subieron en calidad de "protectores" de sus rehenes.

Ninguno de los dos imaginó el desenlace: en cuestión de segundos fueron reducidos por militares colombianos, quienes más tarde dieron aviso de las buenas nuevas a los liberados: "Somos del Ejército Nacional, bienvenidos a la libertad".

La estrategia montada en torno a la liberación de los rehenes fue una suerte de rompecabezas, donde fueron claves los testimonios de viejos secuestrados que lograron salir de la selva sanos y salvos, y también del aceitado sistema de inteligencia del ejército nacional. En diciembre del año pasado, dos mujeres capturadas habían sido piezas fundamentales para hilvanar el resto de la historia, cuando acercaron más pistas sobre la posible ubicación de los rehenes.

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Pero antes, en abril de 2007, se había fugado un intendente llamado John Frank Pinchao, quien le ofreció al ejército detalles mucho más precisos que los que tenían sobre el paradero de los secuestrados, pero también sobre cómo funcionaban los campamentos y quienes vivían en ellos.

A pesar de tener los datos, el ejército se enfrentaba con el problema de que no podía intentar un rescate a fuego. Lo habían hecho en 2003 y murieron dos secuestrados y 10 soldados. Para no repetir el error, los soldados decidieron ofrecerle a los militantes de las FARC que estaban en los campamentos la posibilidad de dejarlo en libertad.

La operación que liberó a Betancourt se tituló "Jaque" y la estrategia para llevarla a cabo se basó en la experiencia de rescates en otros países, donde la liberación también se construyó a partir del engaño de los secuestradores. El "estratagema" tiene sus antecedentes en  la toma de rehenes en la Embajada de Japón en Perú, durante el gobierno de Alberto Fujimori en los 90 y  el rescate en 1976 de 260 secuestrados en un avión gracias al ejército de Israel, son buenos ejemplos. Lo que no había era un antecedente de rescates así en la selva.

El ejército colombiano tenía algunos puntos a su favor. Sabían con precisión el sitio donde estaban los secuestrados y un dato que no es menor: conocían a la perfección a "César", sabían que estaba desmoralizado y que era arrogante. Usaron eso conocimiento para engañarlo, haciendo que un agente del ejército se comunicara con él haciéndose pasar por un guerrillero.

Según estima La Semana, este estratagema ya estaba montado desde hace más de diez días, cuando un grupo de elite se hizo pasar por guerrilleros que comulgaban con las Farc. A "César" le hicieron creer que Alfredo Cano, jefe de las Farc, sugería trasladar a 15 rehenes y que el custodio en la transición fuese él mismo. Como la comunicación interna de la guerrilla era mala, "César" creyó la mentira.

La publicación colombiana asegura que cuando le comentaron al líder que Cano lo respetaba, su ego se elevó, y se creyó todo, incluso esa mentira. A la zona, el ejército llegó arriba de un helicoptero pintado para la ocasión: rojo y blanco, viejo simbolo asociado a las organizaciones humanitarias, que no despertó la sospecha de nadie.