INTERNACIONAL
"Brillante" idea en Italia

Con espejos, un alcalde llevó sol a un pueblo

Desde 1217, la villa de Viganella, en Italia, vivía sin ver al gran astro durante 84 días seguidos. El intendente fue votado por su promesa de iluminar el pueblo. Colocó un panel refractario en la montaña.

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La plaza, "el corazn de Viganella", adonde el espejo refleja la luz. |
Había una vez un pequeño pueblo en los Alpes italianos. Era un pueblo adorable, con un nombre que sonaba hermoso: Viganella.

Fundado por un obispo en 1217, se encontraba en un valle alpino, no muy lejos de la frontera suiza, pegado a un peñasco rodeado por dos corrientes de agua fresca de montaña.

Tenía una pequeña iglesia, una torre medieval y una plaza bonita, donde los 197 habitantes del pueblo se reunían alrededor de la fuente para celebrar la fiesta anual de la Virgen María.

Pero Viganella tenía un gran, gran problema. Cada año, el 11 de noviembre, el sol desaparecía detrás de una montaña de 1.600 metros de alto, dejando al pueblo en una oscuridad casi total durante 84 días seguidos.

Las flores morían, las temperaturas se desplomaban y la ropa tendida no se secaba más. El pueblo de Viganella temía la llegada del invierno.

Les daba sueño y tristeza, lo que en términos médicos se conoce como desorden afectivo emocional, una condición por la cual la falta de sol reduce la producción de melatonina, una hormona natural en las personas, lo cual las deprime.

Cada vez nacían menos chicos en el pueblo, hasta que Viganella se enfrentó a la amenaza de la extinción.

Un día, de todas formas, uno de sus jóvenes más valientes decidió que ya era suficiente. Su nombre era Pierfranco Midali, y era un ferroviario. En lugar de saltar a un tren y buscar el sol en otra parte, Midali logró ser elegido alcalde y tuvo una idea brillante: “Les traeré el sol a Viganella!", exclamó.

La mayoría de los pueblerinos se encogieron de hombros, y otros pensaron que estaba loco. "¿Y cómo pretendes devolver el sol a Viganella?", le preguntaron.

"Montaré enormes espejos en la montaña al norte y reflejaré los rayos del sol sobre nuestro pueblo", les dijo. Durante siete largos años, Midali trabajó y trabajó en su "brillante idea" y viajó alrededor del país, implorando a las autoridades locales y a los financistas privados para que le dieran los 99.990 euros (131.930 dólares) que necesitaba para llevarla a la práctica.

Mientras su idea comenzaba a tomar forma, gente de todas partes del mundo comenzó a interesarse. Periodistas de lugares tan lejanos como Japón y Argentina llegaron a Viganella y alcaldes de otros pueblos con problemas similares en Austria, Suiza y Canadá llamaron para enterarse de los detalles.

Finalmente, en una fría mañana de fines de noviembre de 2006, un helicóptero apareció en el horizonte llevando un gran espejo de ocho metros de ancho y cinco metros de alto.

Los trabajadores también instalaron una poderosa computadora "altazimuth" para hacer rotar al espejo y que capture los rayos de sol y los transmita a la plaza del pueblo por hasta más de ocho horas al día.

Y así fue como lo que en un principio parecía una idea alocada se convirtió en una brillante realidad. Los habitantes del pueblo comenzaron a sonreír y prepararon una gran fiesta de inauguración, prevista para el 17 de diciembre, para celebrar la llegada del primer sol de invierno en los casi 800 años de existencia del pueblo.