AP/ANSA
Desde Roma
El papa Francisco lanzó ayer una enérgica condena a la trata de personas. “Es una actividad innoble, una vergüenza para nuestras sociedades que se dicen civilizadas”, sostuvo el Pontífice durante una audiencia ante el plenario del Pontificio Consejo de los Migrantes. “Explotadores y clientes a todos los niveles deberían hacer un serio examen de conciencia frente a sí mismos y frente a Dios”, insistió Jorge Bergoglio. “La Iglesia renueva hoy su fuerte llamado para que siempre sean tuteladas la dignidad y la centralidad de toda persona, en el respeto de los derechos fundamentales”, agregó.
Consideró que los gobiernos y legisladores no sólo deben garantizar los derechos fundamentales de todos los refugiados forzosos, sino también hacer frente a los desafíos que aparecen bajo las formas modernas de persecución, de opresión y de esclavitud.
De acuerdo con el Papa, el tráfico de personas afecta cada vez más a los niños, quienes se ven implicados en las peores formas de explotación.