Paolo Gabriele, el exmayordomo del Papa Benedicto XVI, fue condenado a un año y seis meses de prisión y al pago de gastos del proceso judicial, después de revelar documentos secretos del Vaticano.
"Lo que siento dentro de mí es la convicción de haber actuado por exclusivo amor, visceral diría, por la Iglesia de Cristo y por su jefe visible. Y tengo que repetir, no me siento un ladrón", dijo Gabriele en sus últimas palabras ante el tribunal que lo condenó.
La corte que lo juzgó - formada por tres jueces laicos - consideró, entre los atenuantes, sus buenos antecedentes y su arrepentimiento. Los Vatileaks fueron la mayor filtración de documentos reservados de los sacros palacios que pusieron al descubierto varias internas hacía el interior del Vaticano.
"Más allá de todo esto lo importante es lo que empujó a Paolo Gabriele a actuar. De las actas se ve la voluntad de Gabriele de ayudar y no de dañar a la Iglesia. Lo suyo es un acto condenable e ilícito pero fue empujado por el mal que veía, fue empujado por el hecho de que consideraba que el Santo Padre no estaba suficientemente informado, fue empujado por una fe profunda", aseguró Cristiana Arru, abogada de Gabriele.