INTERNACIONAL
Zelaya sigue en la embajada

Crece la tensión entre Brasil y los golpistas de Honduras

El presidente Lula advirtió que su país "no acepta ser emplazado" por el gobierno de Roberto Micheletti, que ni siquiera acepta negociar con la OEA.

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| AFP

En Tegucigalpa los ánimos están caldeados. Si bien hubo algún contacto entre un representante del presidente de facto Roberto Micheletti y el derrocado Manuel Zelaya antes del inicio del fin de semana, las partes no llegaron a buen puerto. Zelaya continúa recluido en la embajada del Brasil, rodeado por fuerzas militares que controlan a todo visitante que quiera acercarse. 

Por lo general, a Zelaya lo visitan sólo algunos parientes o seguidores que le traen comida y otras vituallas básicas, pero no les es fácil ingresar. Las guardias cambian, y las fuerzas militares y de seguridad hondureñas van ajustando las órdenes hora a hora. Mientras tanto, el mandatario se mantiene virtualmente conectado al mundo. Observa las marchas que se organizan en su país a través de una pequeña TV y conversa telefónicamente con los medios, aunque sabe que sus llamadas son monitoreadas. También organiza algunas conferencias de prensa a las que asisten contados periodistas. Las fuerzas han reprimido severamente durante estos días e inclusive una militante que sufría de asma habría perdido la vida por culpa de los gases lacrimógenos y tóxicos que los militares han arrojado al frente de la sede diplomática. 

Mientras tanto, el gobierno de Micheletti intenta “apurar” al de Brasil. Ayer le envió un ultimátum a Itamaraty, sede de la diplomacia brasileña, exigiendo que en un plazo de 10 días se “defina” la situación de Zelaya. Los golpistas apuestan a que la elección supere a los hechos, y que en noviembre todo quede resuelto con un nuevo presidente. Para ello, y para mantener una supuesta tranquilidad -situación que se ha visto alterada desde que Zelaya se apareció en Tegucigalpa- presionan para que “Mel” se marche nuevamente. Quieren que la embajada brasileña le prepare un salvoconducto y se tome un avión a otra parte. “No podemos aceptar que una embajada sea el centro de comando de una insurrección” decía el comunicado hondureño.

Complicado papel tiene Brasil ahora en el centro de la tormenta. Por la tarde del domingo el presidente Lula dijo claramente desde la Cumbre UNASUR y África celebrada  en Margarita que “Brasil no acepta ser emplazado por el gobierno golpista”. 

En Tegucigalpa contestaron a través del Ministro de Asuntos Exteriores, Carlos López Contreras, “que si Brasil no responde favorablemente, la Sede diplomática perdería su condición de tal”. No aclararon qué pasos tienen pensado tomar, pero podrían arrestar a Zelaya por los cargos que le imputan de haber “violado la Constitución hondureña”. 

Como para complicar más el ambiente, en Honduras rechazaron ayer en el aeropuerto a una comisión de miembros de la OEA que viajaron a preparar el terreno para una próxima visita de cancilleres de Latinoamérica. “Lamentamos esta decisión y la consideramos incomprensible, puesto que el propio gobierno de facto de Honduras había aceptado hace unos días otra misión de Cancilleres”, sostuvo el domingo por la noche en un comunicado el Secretario General de la OEA, Jose Insulza, quien a la vez convocó al Consejo Permanente para tratar la cuestión.

Por otra parte y en declaraciones a la cadena Telesur, Zelaya pidió que el pueblo reaccione y desconozca las prohibiciones para marchar: "Nos avisan que se ha sancionado un decreto donde se restringen las libertades publicas y las garantías por 45 días prorrogables. El dictador Micheletti manda a su antojo y le da facultades a las fuerzas militares junto con la policía para reprimir" denunció. “Que dejen de reprimir al pueblo y violar los Derechos Humanos, o si no serán investigados y enjuiciados nacional e internacionalmente apenas retorne el hilo constitucional a Honduras”, enfatizó el mandatario derrocado desde la embajada del Brasil.

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