Miles y miles de personas se volcaron a las calles de unas 100 ciudades de Brasil para exigir servicios públicos de calidad y denunciar los gastos del Mundial de fútbol, pese a una ola generalizada de rebajas del precio del transporte. La marcha atrás de más de decenas de alcaldías y gobiernos estatales en el aumento del precio del boleto de metro, tren y autobús no logró frenar las protestas.
A través de las redes sociales, un millón de personas a lo largo y ancho del pais dijeron que saldrían a la calle para sumarse a la mayor ola de protestas en 20 años. En medio de la movilización popular, la presidenta Dilma Rousseff canceló un viaje a Japón.
Las protestas, que han dejado perplejo al gobierno de izquierda de Dilma Rousseff y a la clase política en general, comenzaron exigiendo la revocación del aumento del precio del boleto de autobús, metro y tren. Pero rápidamente sumaron otros reclamos y denuncias, como los 15.000 millones de dólares de dinero de los contribuyentes destinados a la Copa Confederaciones y el Mundial 2014.
La ola de indignación comenzó por el incremento de los precios del servicio de transporte en San Pablo, pero creció inesperadamente con la suma de más reivindicaciones, como tener mejores mejores escuelas y hospitales, establecer nuevas políticas medioambientales o poner fin a la impunidad de los corruptos.
En Salvador de Bahía, algunos pretendieron llegar al estadio en donde jugaban Uruguay y Nigeria por la Copa Confederaciones. Dos vehículos fueron incendiados, incluido un autobús. La Policía respondió con gases lacrimógenos y balas de goma. El saldo: al menos un manifestante y un policía heridos.
En Brasilia, manifestantes llegaron a las puertas del Palacio Itamaraty, sede del ministerio de Asuntos Exteriores. Algunos embistieron las puertas de vidrio y quemaron objetos. Ante los desmanes, la Policía arrojó gas pimienta. La imagen se repitió ante el Congreso.
En Río, miles y miles de personas marcharon por la amplia avenida Presidente Vargas, en el centro de Rio de Janeiro. Numerosos bancos, tiendas y locales de servicios públicos tapiaron sus puertas o vitrinas para protegerse de desmanes como los de la noche del lunes. Un vehículo de la red de TV SBT fue prendido fuego. Otros equipos de medios televisivos fueron atacados en manifestaciones de dias pasados.
Miles de personas gritaban "¡El gigante despertó!" y coreaban consignas contra la presidenta Dilma Rousseff, contra la homofobia y el racismo. Otros tantos se concentraron en la Iglesia de la Candelaria, en el centro de Rio de Janeiro, con el plan de marchar hacia el estadio Maracaná, donde se enfrentaron España y Tahití. "¿Hay mucha gente en el Maracaná? Imagina en la fila de la emergencia de un hospital público?", se lee en una pancarta.
Sin banderas. La consigna "El pueblo unido avanza sin partido" ganó esta noche la avenida Paulista. Los manifestantes le gritan "¡oportunistas¡" a quienes despliegan emblemas del izquierdista Partido de los Trabajadores (PT), fundado por el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva y al que pertence la presidenta Rousseff.
Este jueves, algunos sindicatos, organizaciones de la sociedad civil y partidos políticos -incluido el gobernante Partido de los Trabajadores (izquierda)- declararon su intención de participar en las marchas, portando sus banderas.
"Esto es apartidario. Los partidos sólo contribuyen a la corrupción. Y ahora el PT, que criticó la corrupcion durante mucho tiempo, ahora es el partido mas corrupto de todos", explicó Felipe Gerling, uno de los que grita contra el PT, según consignó la agencia AFP.
Los manifestantes, en su mayoría jóvenes, educados y de clase media, expresan su indignación por el aumento del costo de vida y la mala calidad de los servicios, en momentos en que el país, mundialmente famoso por sus programas sociales que sacaron a millones de la pobreza, registra un decepcionante crecimiento económico y una inflación en alza. También denuncian la corrupción arraigada en la política brasileña y reclaman mayores inversiones en educación, salud y seguridad.