INTERNACIONAL

Cuáles fueron las consecuencias del 11-S en los vuelos de pasajeros

Después del 11 de septiembre de 2001, volar fue mucho más caro y complicado. Seguridad, petróleo y paranoia.

Dos de los aviones de American Airlines fueron utilizados en el ataque.
| Wikimedia Commons

Los atentados del 11 de septiembre de 2001 sin dudas marcaron el cambio de siglo y provocaron profundas modificaciones políticas, económicas y sociales. Por la naturaleza del ataque (cuatro aviones estrellados contra edificios estadounidenses), las aerolíneas comerciales no fueron ajenas a esto.

Las primeras repercusiones se centraron, por supuesto, en la seguridad. La Administración Federal de Aviación estadounidense (FAA, su sigla en inglés) impuso nuevas reglas, mucho más estrictas que las anteriores: un extensivo control a los pasajeros previo al abordaje, revisación exhaustiva de todo el equipaje, control de los líquidos a bordo y puertas blindadas en las cabinas de los pilotos, ahora completamente cerradas.

La mayoría de las medidas se mantienen hasta hoy, y algunas incluso se profundizaron. "Se puso distancia entre el pasajero y los tripulantes, y el pasajero pasó a ser un sospechoso", dijo a Perfil.com Fernando Dozo, abogado y ex presidente de la Cámara de Compañías Aéreas de Argentina (JURCA).

"Te hacen sacar los zapatos, los cinturones, si tenés un marcapasos tenés que avisar, si tenés un bastón lo tenés que denunciar, el pasajero tiene que atravesar una serie de situaciones molestas", describió Dozo. Aunque, con el tiempo, sostuvo, "se han mantenidos todas las medidas de seguridad, algunas se han hecho más racionales, ha mejorado la tecnología, los sistemas de escáneres son más efectivos y no hace falta revisar tanto".

La crisis. Volar se hizo cada vez más caro: el aumento de la seguridad requería más fondo, mientras el precio del petróleo comenzaba a subir y no bajaría a lo largo de toda la década. La cantidad de pasajeros cayó estrepitosamente y las aerolíneas tuvieron que recortar gastos.

"Entre 2001 y 2006 se perdieron casi la misma cantidad de dinero que lo que se ganó en los 50 años anteriores de aviación comercial”, graficó Dozo en diálogo con Perfil.com.

La crisis afectó más que nada a Estados Unidos y Europa, donde la aviación es el medio principal de transporte. El gobierno norteamericano gastó 29.000 millones de dólares para rescatar a las empresas al borde de la quiebra. Nuestro país no salió indemne del golpe, aunque con menor impacto: “No hubo recortes ni despidos”, aseguró Jorge Pérez Tamayo, presidente de la Asociación de Pilotos de Líneas Aéreas (APLA).

“En 2006 hubo una recuperación que todavía es parcial, se vio afectada por la recesión en 2009 y la gripe aviar, que afectó mucho las operaciones en Asia”, agregó Dozo. Los costos se trasladaron a los pasajeros, que pagan un precio cada vez mayor por un servicio cada vez más acotado. “Tenemos problemas de costos, las infraestructuras son cada vez más costosas, aumentan los salarios, la productividad ha mejorado pero los salarios son altos en términos históricos”, completó el ejecutivo.

Paranoia. A pesar de los dos atentados sufridos en la década del ‘90, Argentina no es un país especialmente preocupado por el terrorismo, como sí ocurre en Estados Unidos, donde los controles son mucho más estrictos. “Nosotros vivimos en un país que no ha tenido mucha cantidad de acciones como secuestros ni fundamentalistas”, opinó Pérez Tamayo.

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El piloto consideró que en nuestro país “no hubo mucha preocupación” por los atentados ya que fueron “más una agresión a empresas americanas, al estado americano”. Fernando Dozo explicó que, si bien las medidas de seguridad son necesarias, “conspiran contra la política de facilitación del transporte aéreo y pusieron distancia entre el pasajero y los tripulantes”. Tamayo lo relativizó: “el pasajero se queja si lo tratás mal”.

(*) De la redacción de Perfil.com