El principal argumento político de los republicanos españoles se vino abajo esta semana, con la publicación detallada de los ingresos y gastos del rey Juan Carlos y su familia. Los españoles quedaron asombrados, y los observadores llegaron a la conclusión de que la monarquía española no cuesta nada, comparándola con otras casas reales europeas, e incluso con otros presidentes. Estadísticamente, el sistema cuesta € 0,19 a cada español.
Comparando a la monarquía española con las repúblicas más importantes de Europa como la italiana, la francesa o la alemana, la conclusión es que la familia real les sale barata a los españoles: la república italiana gasta € 235 millones anuales, Francia € 112 millones y Alemania, € 40 millones.
Como afirma el diario español Gaceta, "si reducimos el debate de Monarquía o República al gasto de su mantenimiento, los datos económicos nos dicen que mantener a un rey y a sus vástagos es más barato para los contribuyentes que un Presidente de República”.
España
Por primera vez desde 1979, los españoles pudieron conocer las cifras, hasta ahora “secreto de Estado”, que manejan los miembros de la familia del rey y que provienen de fondos públicos: como lo detalla la Casa Real a través de un informe publicado en su sitio web Juan Carlos I tiene un sueldo anual de € 140.519 y un adicional de € 152.233 en concepto de gastos de representación. La suma equivale al 3,47% de lo que el Estado español destina al sostén de la Familia Real.
Se supo así que el príncipe heredero, Felipe, recibe la mitad que su padre: € 70.259 como sueldo y € 76.117 en gastos de representación. La reina Sofía, la princesa Letizia y las infantas Elena y Cristina no tienen un sueldo fijo, pero el rey reparte entre ellas un total de € 375.000 anuales, que destinan a ropa, peluquería, secretarias y ayudantes.
La monarquía recibe partidas presupuestarias destinadas a gastos de personal (€ 4.039.000), gastos corrientes en bienes y servicios (3.275.000), fondo de contingencias (€ 206.152 destinados a cubrir necesidades extraordinarias no previstas) e inversiones (€ 100.000).
Estas cifras cubren, en palabras simples, los gastos en informática, fotocopias, papel, útiles de oficina, llamados telefónicos, Internet, envío de correo, servicios técnicos, vestuario de los trabajadores del palacio, subscripciones a prensa y servicios de noticias, comestibles y hasta el fotógrafo real.
Además, un total de € 1,2 millones está destinado a cenas, almuerzos y recepciones, regalos y fotografías, y, por último, unos € 300.000 que cubren gastos de transporte y alojamiento del personal de servicio. El rey no paga ni luz ni gas de sus residencias, cuentas que están a cargo de las oficinas del Patrimonio Nacional español, mientras que los gastos de seguridad y transporte corren a cargo de los ministerios del Interior, Defensa y Hacienda.
Tanto Letizia como Felipe tienen vehículos propios para sus desplazamientos privados, pero no se han revelado nunca las marcas, para evitar cualquier tipo de publicidad.
La publicación de las cuentas reales españolas permitió conocer, además, varias curiosidades en torno a la vida en el Palacio de La Zarzuela. Por ejemplo, se supo que allí se sirven diariamente 150 comidas para empleados, que trabajan hasta 80 personas en mantenimiento (como plomeros o jardineros), que hay entre 50 y 70 guardias civiles y policías y 71 choferes. Los empleados tienen un %75 de descuento en transporte público y a varios de ellos la Casa Real les paga el alquiler de sus viviendas.
El tabú con el que siempre se trataron los asuntos financieros de la monarquía española no tiene antecedentes en Gran Bretaña y Holanda, donde sus soberanos informan (con lujo de detalles) sus ingresos y gastos tanto oficiales como privados.
Gran Bretaña
A la cabeza de las monarquías más costosas se encuentra la de Inglaterra, que demanda unos € 50 millones por año, € 0,75 por habitante. En segundo lugar está la casa real holandesa, con una partida anual de 39,6 millones. Seguida de Noruega, con 28 millones, Bélgica, con 13,7 y Dinamarca y Suecia con 12 millones, y finalmente España, donde vive la realeza menos opulenta del Viejo Mundo.
Gracias al exceso de transparencia con la que, desde hace años, la monarquía británica trata sus asuntos financieros, se sabe que de entre todos los familiares de Isabel II solamente su esposo, el duque de Edimburgo, recibe un salario anual (359.000 libras) proveniente del Estado, mientras que los ingresos de la reina provienen de los productos comestibles producidos en residencias reales, de las visitas guiadas a los palacios y castillos, de propiedades agrícolas, y el alquiler de mansiones, palacios y departamentos repartidos en todo el país.
Esta transparencia es abrumadora. Los funcionarios informan que Isabel II va en vuelos chárter, aunque sea para ir de visita oficial y que toma el tren usando el descuento por tercera edad, que en Buckingham este año se cambiaron 14 colchones y 25 edredones, se hicieron 700.000 llamadas telefónicas y se recibieron 400.000.
Además, el documento publicado en el sitio web de la monarquía detalla que en el último año se consumieron 8,5 millones de kilovatios por hora de electricidad, 27 millones de gas, y 0,2 millones de litros de agua, se gastaron € 120.000 en limpiar candelabros, otros € 16.800 en instalar un sistema para proteger las botellas de vino de las bodegas de palacio y € 550.000 en convertir una sala privada de cine en un área destinada a eventos oficiales.
Holanda
De igual modo, en Holanda, los Orange presentan todos los años ante el Parlamento una lista detallada de sus gastos, que representan el % 0,04 del presupuesto general del Estado. Sólo la reina Beatriz y los príncipes Guillermo y Máxima reciben dinero oficial, repartiéndose € 5.628.000 entre sus sueldos, los pagos al personal, seguridad y mantenimiento de los palacios reales (dos en La Haya y uno en Ámsterdam).
Sorprenden los € 84.000 utilizados para el mantenimiento del yate de la reina (el doble de lo que estaba previsto) y los viajes de la familia al Caribe, que supusieron en 2010 un gasto de € 30,000, 50.000 más de lo acordado. Sobre todos sus bienes, sin embargo, pagan impuestos como cualquier otro holandés.
Según informó este año la revista francesa POINT DE VUE, Máxima supo sacarle el mayor partido a los € 226.460 que recibe anualmente. Ropa del diseñador Edouard Vermeulen o de Valentino, secretaria, chofer privado, siete asistentes, cocineros, jardineros, y una niñera para sus tres hijas (nacida en Santiago del Estero). En cuanto a su residencia de 600 m2, Wasernaar (cerca de La Haya), allí los futuros reyes holandeses cuentan con una amplia terraza, biblioteca, piscina interior y jacuzzi, estanques, y un bosque privado, etc.
Otros reinos
Las cuentas de la casa real de Noruega son estrictamente supervisadas por el Registro Mercantil, el Tribunal de Cuentas y el Parlamento, y el año que viene tiene designados € 21,4 millones para gastos privados, oficiales y mantenimiento de residencias. En el vecino reino de Suecia, un equipo de auditores controla las finanzas del rey Carlos Gustavo, quien con € 5,5 millones debe ser capaz de pagar desde viajes oficiales hasta el mantenimiento de la carroza real.
En Dinamarca, la Corte recibe € 10 millones del Estado. En su sitio web se especifican todos sus gastos e ingresos, hasta lo más trivial, como la electricidad, el teléfono o el mantenimiento de los jardines, la colección de plata, porcelana y cristal usada en actos oficiales.
Por el contrario, no hay mucha claridad sobre cómo se gastan los € 13,7 millones que reciben los reyes de Bélgica y su familia, y según el diario HET NIEUWBLAD, este año gastaron € 16,8 millones más para pagar la calefacción, la electricidad y comprar regalos.
(*) especial para Perfil.com