Llegó la hora de contar los porotos para el independentismo catalán. En las elecciones autonómicas que se celebran hoy, las fuerzas soberanistas necesitan obtener la mitad más uno de los escaños en el Parlamento de Cataluña para tener chances de dar impulso a su proyecto para separarse de España. Si lo consiguen, los comicios dejarán abierto un escenario complejo e incierto, en el que las eventuales alianzas entre espacios disímiles jugarán un papel crucial.
Durante la campaña electoral, el 27S fue promocionado por los partidos independentistas como un verdadero plebiscito al procés secesionista. Quienes proponen romper con la nación española son la coalición Junts pel Sí, liderada por el actual presidente conservador de la Generalitat, Artur Mas; y la izquierdista Candidatura d’Unitat Popular (CUP). En el espectro no soberanista aparecen el Partido Popular (PP), el Partido de los Socialistas de Cataluña (PSC), la coalición Catalunya Sí que es Pot –integrada por Podemos– y Ciutadans.
Según la última encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) español, Junts pel Sí se ubica en torno al 38% de las intenciones de voto (60 o 61 bancas), y la CUP, cerca del 8% (8 bancas). Si ese pronóstico se cumpliera, entre ambos sumarían los 68 escaños necesarios para tener mayoría absoluta en el Parlamento. Mas aseguró que le alcanza con ese número para redoblar la marcha independentista. Sin embargo, en este escenario, el presidente de la Generalitat podría tener problemas con la CUP, que en los últimos días le recordó que no los une el amor sino el espanto. De hecho, si la CUP obtuviera un gran resultado propio, podría exigir que Mas no siga en su cargo.
Si, en cambio, Junts pel Sí alcanzara por sí mismo las 68 bancas, lograría un amplio margen de maniobra para dar vigor a su plan secesionista en el Parlamento autonómico. Pero es posible que a Mas no le baste con la mitad más uno de los votos en la Cámara para dar legitimidad a su proyecto. El mismo planteó los comicios como un plebiscito, y los plebiscitos no se ganan con la mayoría en el Congreso sino con más del 50% de los votos de la población. Debido a la ingeniería electoral catalana, podría darse la paradoja de que Junts pel Sí alcance la mayoría simple en el Parlamento e impulse la independencia, sin haber logrado la mitad más uno de los sufragios en las urnas.
Escenarios. Lo que a esta altura casi nadie ve como un escenario probable es que los soberanistas alcancen una mayoría especial de dos tercios de los escaños, que le permitiría promover automáticamente una ley electoral o reformar el estatuto autonómico. Tampoco parece factible que el independentismo no alcance ni siquiera la mayoría absoluta, lo que daría un golpe mortal a su proyecto.
La hoja de ruta de Junts pel Sí –por ahora, bastante difusa– dice que, si hoy ganan las candidaturas secesionistas, mañana mismo la Generalitat empezará a crear “estructuras de Estado” para estar en condiciones de declarar la independencia dentro de 18 meses. Lo curioso es que, mientras tanto, los soberanistas seguirán integrando las instituciones españolas. Por ejemplo, participarán en las elecciones generales de diciembre para el Parlamento de España, con el que pretenden romper
