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Conakry, Guinea
Con más de 700 muertos desde el primer caso detectado, en marzo, el brote del Ebola que se abatió sobre el oeste de Africa “avanza más rápidamente que nuestros esfuerzos por controlarlo”, admitió ayer Margaret Chan, directora general de la Organización Mundial de la Salud
durante una reunión de emergencia convocada en Conakry, la capital de Guinea, uno de los países más afectados.
“Si la situación sigue deteriorándose, las consecuencias pueden ser catastróficas en términos de pérdidas de vidas, pero también en el aspecto socioeconómico y el enorme riesgo de que se propague a otras naciones”, dijo la doctora Chan durante la cumbre, de la que participaron los jefes de Estado de Guinea, Liberia, Sierra Leona y Costa de Marfil.
Los líderes llegaron a Conakry para organizar el despliegue de centenares de médicos extra como parte de una ayuda de emergencia de la OMS valorada en más de 100 millones de dólares. El plan conjunto también reforzará el cordón sanitario en las fronteras, los esfuerzos de prevención y el centro de coordinación subregional en Guinea.
Al menos 729 personas murieron desde marzo en Guinea, Sierra Leona, Liberia y Nigeria y hay al menos 1.300 infectadas.
El virus del Ebola puede matar a las personas en cuestión de días tras causar una intensa fiebre y serios dolores musculares, vómitos, diarrea y, en algunos casos, la insuficiencia de los órganos y un incontenible sangrado.
A pesar de que las autoridades de salud aseguran que el virus se transmite por entrar en contacto con fluidos corporales, muchos pacientes se han negado a ir a los centros de aislamiento. La tasa de mortalidad es del 60% y las escenas de pacientes sangrando por ojos, boca y oídos han hecho que muchas personas prefieran mantener a sus familiares enfermos en casa. Sierra Leona está enviando a médicos casa por casa en busca de enfermos y otros que hubiesen estado expuestos al Ebola.
Chan subrayó ayer que el público en general “no está en alto riesgo de infección”, aunque también advirtió que al virus no se le debe permitir circular libremente, ya que el actual brote de Ebola “es de lejos el mayor de las cuatro décadas de historia de esta enfermedad. Está ocurriendo en áreas rurales de difícil acceso, pero también en ciudades densamente pobladas”, explicó.
La economía. Después de meses de minimizar las advertencias de la OMS y otras organizaciones, como Médicos Sin Fronteras, los países afectados aceptaron la reunión extraordinaria cuando comenzaron las suspensiones de vuelos a sus capitales por temor a la enfermedad. El primer anuncio fue de la aerolínea Emirates, de Dubai.
En Liberia, la presidenta Ellen Johnson-Sirleaf ordenó el cierre de “todas las escuelas” del país y su colega de Sierra Leona, Ernest Bai Koroma, decretó el estado de emergencia, puso en cuarentena las áreas afectadas y prohibió las reuniones públicas.
Polémica en EE.UU. por una repatriación
Estados Unidos montó un impresionante operativo para garantizar el aislamiento de dos norteamericanos repatriados de Liberia, donde contrajeron el virus del Ebola. Según la asociación caritativa Samaritan’s Purse, se trata del doctor Kent Brantly y de la trabajadora de la salud Nancy Writebol. Ambos serán enviados a su país “en los próximos días”, en cápsulas de aislamiento, dentro de un avión Gulfstream especialmente acondicionado por el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés), cuya sede está en Atlanta.
“La seguridad de los ciudadanos estadounidenses es una preocupación primordial”, aseguró el departamento de Estado en un comunicado, en referencia a la repatriación, que ha generado protestas en el país. “Traerán a pacientes con Ebola a los Estados Unidos en los próximos días. Ahora estoy seguro de que nuestros líderes son incompetentes. ¡Sáquenos de aquí!”, tuiteó Donald Trump, por ejemplo.
“Se tomarán todas las precauciones para el transporte de los pacientes de forma segura, para proveer cuidado vital en un vuelo no comercial y para mantenerlos perfectamente aislados a su llegada a Estados Unidos”, dijo la portavoz del departamento de Estado, Marie Harf.