Aunque Paul Singer ha puesto su fortuna y su poder de lobby al servicio de un triunfo de los republicanos, el titular del fondo buitre Elliott Management asegura que aún no se decidió por ninguno de los candidatos opositores para las elecciones presidenciales de los Estados Unidos que se celebrarán en 2016. Por ahora, Singer se mantiene expectante ante la campaña, aunque eso no le impidió en los últimos meses convertirse en uno de los mayores contribuyentes a la causa republicana y en un promotor estrella de donaciones al “Viejo Gran Partido”.
“Aún no estoy cerca de comprometerme con nadie”, dijo Singer días atrás, durante una conferencia de fondos de alto riesgo en Manhattan. Agregó que le gustan varios candidatos republicanos, y entre ellos mencionó al ex gobernador de Florida, Jeb Bush, al senador Marco Rubio, al gobernador de Wisconsin, Scott Walker, y a la filántropa Carly Fiorina. Llamativamente, el multimillonario inversor omitió a Donald Trump, el más polémico y convocante de los postulantes conservadores.
Sin embargo, para la prensa estadounidense no pasa desapercibido que Singer, enemigo declarado del gobierno argentino por el litigio con los fondos buitre en las cortes de Nueva York, es un “donante republicano top”, según The New York Times. En 2014 fue el tercer mayor contribuyente del país en las elecciones de medio término: puso más de 10 millones de dólares de su bolsillo.
Y ahora vuelve a la carga. En un reciente informe, la plataforma digital estadounidense Open Secrets, dedicada a transparentar el financiamiento de la política, incluyó a Singer en la lista de “megadonantes a los súper PACs presidenciales”. La agencia Bloomberg publicó que, más allá de la competencia por la Casa Blanca, Singer es uno de los artífices de un súper PAC creado para defender la mayoría republicana en el Senado. En pocas semanas, ese fondo, llamado “Liderazgo del Senado”, recaudó más de cinco millones de dólares.
Pero Singer ya no sólo colabora con dinero propio. En los últimos meses, también fue anfitrión de una serie de cenas de gala con el fin de atraer donantes ricos para la amplia gama de candidatos. Su capacidad de lobby es un tesoro para cualquier político en busca de fondos. En apenas una cena organizada algunas semanas atrás, a beneficio de cinco senadoras republicanas que ven peligrar su reelección, Singer logró recaudar 100 mil dólares para cada una de ellas, casi la mitad de lo que habían conseguido sin su ayuda en los tres meses previos. Buena parte de los contribuyentes en sus eventos son empleados y socios de Elliott Management u otros emprendimientos del inversor devenido bundler, como llaman en Estados Unidos a los grandes recaudadores.
A diferencia de otros contribuyentes multimillonarios, Singer no pone huevos en todas las canastas: su apuesta es por una derrota demócrata lo más dura posible. Por eso, en el mundo del “hoy por ti y mañana por mí”, el gobierno argentino tendría razones para estar atento ante un eventual triunfo republicano en 2016.
Analizan reubicar a presos de Guantánamo
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Washington
El Departamento de Defensa de Estados Unidos estudia posibles prisiones a donde trasladar a los presos de Guantánamo en caso de que el presidente Barack Obama concrete su promesa de cerrar la cárcel en Cuba. Las instalaciones bajo consideración pertenecen a las prisiones militares de Kansas y de la marina en Carolina del Sur. Una comitiva oficial visitó ayer los Barracones Disciplinarios en Fort Leavenworth y hará lo propio en los Calabozos Consolidados de la Marina en Charleston este mes, según indicó el capitán Jeff Davis, vocero del Pentágono. El equipo estudiará los costos asociados a la construcción y otros cambios que serían necesarios para emplear las instalaciones para alojar a los detenidos, así como para realizar juicios marciales para aquellos acusados de crímenes de guerra.
El cierre del centro de detención ha sido una promesa clave de las campañas presidenciales de Obama, que aseguró que clausuraría Guantánamo al asumir. Pero la voluntad del mandatario ha chocado hasta ahora con la rotunda oposición de los republicanos y algunos demócratas en el Congreso, además de las dificultades que supone trasladar a los presos.