En medio de las protestas, las Fuerzas Armadas de Egipto derrocaron al presidente electo Mohamed Mursi, suspendieron la Constitución y nombraron un jefe de estado interino hasta la organización de elecciones presidenciales anticipadas.
El general Abdel Fatah al Sisi, jefe del ejército y ministro de Defensa, anunció en un discurso televisivo que el islamista Mursi será reemplazado por el presidente del Tribunal Constitucional, Adly Mansour.
El discurso provocó una explosión de alegría en la plaza Tahrir de El Cairo, donde desde hacía días decenas de miles de manifestantes exigían la renuncia de Mursi.
"Se instalará un comité encargado de examinar las propuestas de enmiendas constitucionales", proclamó Sisi. Durante este períodos se formará un gobierno integrado por "todas las fuerzas nacionales" y "con plenos poderes", agregó, según la agencia AFP.
"Las medidas anunciadas por el jefe de las fuerzas armadas representan un auténtico golpe de Estado, rechazado categóricamente por todas las personas libres de nuestro país", denunció Mursi en su cuenta Twitter.
El mandatario depuesto llamó a los egipcios a resistir "pacíficamente" al golpe. "Lo que han hecho es ilegal, no tienen autoridad para hacerlo", agregó.
Otra transición. El plan supondría la suspensión de la Constitución aprobada en diciembre, que la oposición acusa de facilitar la islamización del país, y la instauración de un gobierno provisional durante un año que incluiría al presidente del tribunal constitucional y un militar de alto rango.
El movimiento opositor Tamarod ('rebelión' en árabe), que el domingo movilizó a millones de personas contra el presidente en una de las manifestaciones más multitudinarias de la historia del país, acusó a Mursi tras su discurso de proferir "amenazas contra el pueblo".
El martes miles de opositores se reunieron de nuevo en la emblemática plaza Tahrir -epicentro de las manifestaciones de 2011 que desembocaron en la renuncia de Hosni Mubarak tras tres décadas en el poder- y cerca del palacio presidencial gritando '¡Vete!". Tras la caída de Mubarak en febrero de 2011, el ejército gobernó el país hasta la toma de posesión de Mursi el 30 de junio de 2012.
La oposición es favorable al ultimátum del ejército, al que considera un aliado para echar al presidente del poder, acusado de querer instaurar un régimen autoritario apoyado en su movimiento, los Hermanos Musulmanes.