El socialista catalán Javi López es el presidente de la parte europea de la Asamblea Parlamentaria Eurolatinoamericana, que esta semana realizó su asamblea en Buenos Aires. Habló con PERFIL sobre los temas en común entre la UE y la Argentina y advirtió que, pese a que Bruselas necesita reforzar su suministro de alimentos por la guerra en Ucrania, el Mercosur no es por el momento una opción. E invita a nuestros países a regular el funcionamiento de los gigantes tecnológicos.
—La guerra en Ucrania con su impacto sobre el precio de los alimentos subrayó la necesidad de que Europa tenga fuentes alternativas de aprovisionamiento. América Latina sería la opción más lógica, en particular Argentina y Brasil. Sin embargo, el acuerdo UE-Mercosur está aún muy lejos de concretarse. ¿Este escenario actual podrá acelerar los tiempos?
—La invasión rusa en Ucrania ha puesto una vez más contra las cuerdas las cadenas globales de suministro, en este caso particularmente los alimentos, pero como ya pasó con la pandemia con el material sanitario. Es evidente que estas crisis nos hacen replantearnos la estructura de los mercados globales y nos plantea retos sobre nuestra soberanía estratégica (alimentaria, energética, tecnológica, etc.) y pone de manifiesto la necesidad de reforzarla. El acuerdo UE-Mercosur lleva mucho tiempo paralizado por distintas cuestiones, y el entusiasmo sobre él a ambos lados del Atlántico es hoy por hoy, al menos, escaso. Este acuerdo sería, en términos de población y de volumen de intercambios, el mayor acuerdo comercial de la historia. En mi opinión, representa una gran oportunidad para generar prosperidad a ambos lados del Atlántico y reforzar nuestros lazos comunes, y no debería desecharse. Sin embargo, es cierto que en su forma actual hay asuntos que generan dudas e inquietudes y que quizá merecerían un replanteo de forma serena. Es crucial que se garantice que este acuerdo sea ampliamente beneficioso para ambas partes por igual.
—Europa ha dado varios pasos para regular el funcionamiento de los gigantes tecnológicos. ¿Qué consejos le pueda dar la UE a los países latinoamericanos al respecto? ¿Es posible hacerlo sin “las espaldas” de Bruselas?
—Europa ha avanzado mucho en materia de regulación del mundo digital partiendo de dos premisas fundamentales: la primera, que lo que es ilegal en el mundo real debe seguir siéndolo en la esfera digital. La segunda, que el mundo digital puede ser una nueva fuente de recursos a través de una nueva fiscalidad que nos permita desarrollar medidas que aseguren que la transición a un mundo más digital y tecnológico se hace con justicia social. Estos dos preceptos son una buena base para impulsar esquemas innovadores de legislación en esta materia. Para ello, contar con marcos regionales de normalización y cooperación legislativa puede resultar muy útil. Creo fervientemente que abordar este reto de forma regional puede ser muy beneficioso para América Latina y el Caribe.
—La Justicia brasileña ordenó a la aplicación Telegram brindar informaciones sobre cómo controlar las “fake news” que varios sectores vinculados a “discursos de odio” distribuyen en su plataforma. ¿Cree que es posible “judicializar” el control de los discursos del odio?
—Los discursos de odio constituyen una peligrosa amenaza a nuestra cohesión social, al bienestar de la ciudadanía y a la estabilidad de nuestras democracias. Es importante que fake news, discursos de odio y violencia y acoso online se combatan con toda la fuerza, puesto que ya hemos sido testigos de las consecuencias, individuales y colectivas, de este tipo de fenómenos. La ciudadanía debe estar sometida por igual al Estado de derecho, sea en el mundo real o en el mundo digital.