El banco francés Société Générale saldrá probablemente herido de muerte del gigantesco fraude por valor de 4.900 millones de euros cometido por un operador de mercados que, según la versión oficial, escapó a todo control y creó una verdadera empresa paralela dentro de la sala de operaciones. A esa catástrofe se sumaron otros 2.000 millones de euros perdidos en la crisis de los créditos inmobiliarios de alto riesgo en Estados Unidos.
“ Un verdadero desastre”, reconoció el presidente del banco, Daniel Boton, que –sin ruborizarse por la desproporción de la punición frente a la magnitud de los daños– decidió privarse de su sueldo durante seis meses y renunciar a su bonus de 2007.
A pesar de las piruetas dialécticas que intentó Boton frente a la prensa y los analistas, nadie cree que el joven Jérôme Kerviel, de 31 años, haya podido actuar en soledad, engañar a los servicios de control y comprometer al tercer banco francés en operaciones especulativas por un monto total de casi 50.000 millones de euros (US$ 72.500 millones).
El corredor, que operaba en el mercado de opciones y contratos a término, “ disimulaba cada orden de venta con una orden de compra ficticia”, explicó Boton. Ayudado por su experiencia en el back office, el recinto donde se materializan y registran las operaciones, “ sabía cómo actuar y podía anticipar los controles gracias a sus conocimientos de informática”.
Ese sistema paralelo funcionó durante varios meses hasta que el domingo 20 de enero Kerviel olvidó generar una orden ficticia para cubrir una operación y –de esa manera– activó involuntariamente los sistemas de alerta del banco.
Para evitar una ola de pánico, Société Générale advirtió al Banco Central de Francia y formó un comité de crisis que, entre el lunes 21 y el miércoles 23, “ revendió discretamente en el mercado”, en forma fraccionada, los títulos por valor de 48.000 millones de euros acumulados por Kerviel, aseguró Boton. En tres días, las pérdidas pasaron de 1.500 a 4.900 millones de euros (US$ 7.100 millones).
Esa cifra, equivalente al total de los beneficios obtenidos el año pasado por el banco, representa la séptima parte del valor bursátil de la empresa y es cuatro veces superior a las pérdidas acumuladas en Singapur por el corredor británico Nick Lesson, que provocaron la quiebra del Baring Brothers en 1995. Más información en la Edición Impresa.