INTERNACIONAL
Perfil del ex dictador

El hombre que preguntó: "¿A quién vamos a pedir perdón?"

Baluarte de la lucha anticomunista de los '70, aquél de los pactos secretos con la CIA, Augusto Pinochet nunca demostró ningún tipo de arrepentimiento por las atrocidades cometidas por su dictadura. Del emperador de hace 30 años al anciano que eludió la justicia en los '90.

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Santiago - El ex dictador chileno Augusto Pinochet, quien fue en su momento el hombre más temido de Chile y que falleció este domingo tras permanecer hospitalizado durante una semana luego de un infarto, terminó su vida sin llegar a ser condenado a pesar de los múltiples procesos en su contra abiertos en los tribunales.

En 1973, una foto en blanco y negro del general, entonces de 57 años (nació el 25 de noviembre de 1915 en Valparaíso), circuló por el mundo entero: sentado, con gafas negras, los brazos cruzados, el militar que aniquiló al gobierno de izquierda de Salvador Allende y bloqueó "la vía chilena hacia el socialismo", entraba en la historia como el arquetipo del tirano latinoamericano. Era la época de la guerra fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética. En América Latina, Cuba sostenía a las guerrillas. Estados Unidos, que intentó en 1961 derrocar a Fidel Castro, se inquietó por la victoria del socialista Salvador Allende en 1970.

Según antiguos documentos secretos hoy accesibles, el entonces presidente norteamericano Richard Nixon ordenó: "¡hagan sufrir a la economía!" de Chile. Cosa que la CIA no dejó de hacer.

En este contexto, Pinochet se jactaba de ser el primero en vencer al comunismo, desencadenando en su país una represión sangrienta contra sus enemigos.

La policía política chilena Dina, dirigida por el general Manuel Contreras y luego reemplazada en 1977 por la CNI, rendía cuentas sólo al dictador, proclamado "Jefe supremo de la Nación" y luego presidente de la República.

La Dina "contribuyó fuertemente al fortalecimiento del poder personal del general, llevando la guerra contra el marxismo, pero ambién neutralizando a sus posibles rivales en el mismo seno del régimen militar", según un informe, publicado en diciembre de 2004 por la Comisión nacional sobre la detención política y la tortura.

Hasta el final, el general se negó a reconocer su responsabilidad en el régimen de terror que había instaurado.

"¿A quién vamos a pedir perdón? ¿A aquellos que trataron de matarnos? ¿A aquellos que trataron de liquidar la patria?", preguntaba en 1994. Una década más tarde, consideraba que esto sería más bien a "los de en frente, los marxistas, los comunistas" pedirle perdón.

Sin embargo, después de haber promulgando en 1978 una ley de amnistía, luego una constitución elaborada a la medida para controlar las Fuerzas Armadas, tuvo que rendir cuentas a las víctimas o sus allegados.

En 1998, el juez español Baltazar Garzón, que recibió las denuncias de las víctimas de la represión en la Argentina y en Chile, interrumpió las vacaciones del ex dictador en Londres. Fue detenido en octubre por policías británicos.

Las autoridades lo liberaron luego por razones médicas en marzo de 2000. De regreso a Chile, de nuevo su estado de salud le permitió escapar del primer proceso por violación de derechos humanos: la Corte Suprema consideró en 2002 que sufría de una "demencia moderada" que no le permitía ser juzgado. Sin embargo, dos años después, el proceso se reinició en el marco de la investigación de los crímenes de la Operación Cóndor, un plan de represión adoptado por las dictaduras latinoamericanas en los años 1970-1980 a escala continental.

En setiembre de 2004, la hija de Salvador Allende, Isabel, diputada socialista, dijo que consideraba probable que Pinochet muriera antes de ser condenado. "Pero esto no tiene importancia. Quiero que el proceso comience para que vea que no está por encima de la ley de los hombres. Que sea condenado o no es lo que importa ahora", dijo.

El año 2006 estuvo colmado de investigaciones judiciales contra el ex dictador, privado de su inmunidad, con detención domiciliaria muchas veces, e inquietado por asuntos muy graves que resurgieron, tales como la "Caravana de la muerte" o las torturas de la Villa Grimaldi y las millonarias cuentas secretas repartidas por el mundo.