¿Millones de musulmanes marchando en contra de un régimen totalitario? ¿Mujeres que ocultan su rostro detrás de un velo para reclamar por sus derechos políticos? ¿Jóvenes que juran por Alá y se conectan a Twitter y Facebook para exigir una apertura democrática? La revolución que tiene epicentro en El Cairo está modificando la imagen que Occidente tenía del mundo islámico, a medida que la caída de este Muro de Berlín del siglo XXI anula esa perversa asociación que vinculó al islam con el terrorismo tras el 11 de septiembre de 2001.
Benazir Bhutto ya había adelantado lo que estamos viendo por estos días. La mujer que fue asesinada a fines de 2007 en un atentado suicida cuando intentaba acabar con la dictadura de Pakistán, advirtió entonces que la democracia no era incompatible con el mundo islámico. En Reconciliación –el libro que Bhutto no pudo ver publicado porque fue presentado tras su asesinato–, la ex premier acusó a Osama bin Laden y a su red terrorista Al Qaeda de haber “secuestrado el mensaje” del islam para “atemorizar y confundir” al mundo entero.
“Es la tradición del islam la que me ha permitido luchar por los derechos políticos y humanos. El islam considera que la desigualdad es la peor injusticia. Recomienda con empeño a sus seguidores combatir la opresión y la tiranía. Consagra la piedad como único criterio para juzgar a la humanidad”, aseguró Bhutto en ese formidable ensayo, que lleva el sugerente subtítulo de "El Islam, la Democracia y el Mundo Occidental".
Ese espíritu es el que alimenta el mensaje que están entregando en estos momentos miles y miles de tunecinos, egipcios, jordanos y argelinos que reclaman en las calles la potestad de convertirse en ciudadanos para dejar de ser súbditos de monarquías, teocracias, emiratos y otras formas de dictaduras que los gobiernan desde hace varias décadas.
En su Guerra contra el Terrorismo, George W. Bush había utilizado los atentados de los fanáticos sanguinarios que volaron las Torres Gemelas para poner un pie en el mundo islámico –y sus recursos petroleros– aduciendo que Estados Unidos quería “exportar” democracia. Pero la democracia no se impone con bombas.
¿El islam ahora pide democracia? Sí. Y ese es un dato alentador.
(*) Editor del Diario Perfil (Twitter: @rodrigo_lloret). Especial para Perfil.com