Justamente en el momento en el que en Argentina se debate la existencia de los trolls en medio de las denuncia de campaña sucia por parte del sciolismo, en Rusia se pone sobre el tapete el tema a través del juicio laboral que ganó la periodista Liudmila Savchuk. Ella trabajó en negro para la “fábrica de trolls” del Kremlin abocada a elogiar las acciones de gobierno del presidente ruso Vladimir Putin.
El periodista Giuseppe Agliastro de Ansa señala que “la cifra solicitada por la periodista es en realidad simbólica, apenas un rublo, pero la sentencia de la Corte es de hecho un reconocimiento a la actividad de propaganda desarrollada por esa sociedad”
Detrás de esta empresa -según algunos periódicos de oposición- se oculta un fiel del "zar": Yevgheni Prigozhin, que hace dos años se adjudicó un contrato colosal por 2.000 millones de dólares para suministrar comida lista a escuelas y cuarteles. "Hemos logrado probar que los troll existen y esto era nuestro principal objetivo", sostiene la crónica citando a Ludmila.
Sin embargo, el tribunal no aceptó en cambio el pedido de cerrar la "fábrica de los trolls" de San Petersburgo , donde la periodista trabajó durante dos meses con el objetivo de probar que existe realmente una maquinaria dedicada a alabar a Putin en un edificio de cuatro pisos que funciona desde hace 20 años.
Ludmila sostuvo que el trabajo es atractivo por el sueldo y por eso no es difícil contratar a periodistas, a pesar de la extensa jornada laboral de 12 horas. Entre unos 600 y 1000 euros que son interesantes en el contexto de la economía rusa.