Desde que un juez de la Corte Suprema de Justicia de Brasil anuló las condenas contra Luiz Inácio Lula da Silva, su figura volvió a posicionarse en el centro del espacio político-electoral brasileño. Ya casi parece un hecho que el líder del PT sería candidato presidencial en 2022 para truncar la posible reelección de Jair Bolsonaro.
¿Qué deberíamos esperarnos del Lula candidato 2022? ¿Moderación o radicalización? Un repaso por su historia personal y algunos fenómenos internacionales podrían darnos la clave de la estrategia lulista.
El eterno candidato. Antes de llegar a la presidencia de Brasil en 2003, Lula da Silva había sido tres veces candidato a la primera magistratura, sin éxito. Siendo derrotado en 1989 por Fernando Collor de Melo, y en 1994 y 1998 por Fernando Henrique Cardoso.
Y es que, el combativo líder sindical e histórico dirigente de la izquierda brasileña, no terminaba de generar confianza ni a la clase media, ni al establishment económico de su país. Fue entonces que para la campaña 2002, experimentó un marcado giro hacia el centro, que buscaba dejar claro que si ganaba, no llevaría a Brasil hacia una economía socialista. De hecho, para dejar más claro este punto, eligió como su candidato a vicepresidente a José Alencar, un multimillonario empresario textil, y senador por el Partido Liberal.
Fue así como le ganó a José Serra. La cuarta fue la vencida, y la clave estaba en el centro.
La Gran Biden. En una entrevista concedida al diario británico The Guardian, Lula declaró hace unos días que “después de ver a Biden” ya no se siente “viejo para ser presidente”. Pero en esta declaración hay que leer entre líneas. No es la edad del mandatario demócrata lo que más inspira al pernambucano de 75 años, sino la forma en que logró derrotar a un aparentemente invencible Donald Trump.
La victoria de Joe Biden en las elecciones del año pasado se basó en dos claves: la moderación y el corrimiento hacia el centro, por un lado, y la pandemia por el otro. En un contexto sanitario y económico más que complicado, Lula buscará mostrar a Bolsonaro como un presidente sin rumbo, y a Brasil como un país sin gobierno que necesita un estadista moderado que pueda contener tanto a la extrema derecha que gobierna, como a la extrema izquierda que podría llegar.
En otras palabras, “la Gran Biden”.
El aval que le faltaba. Cuando en 2002 el Lula del centro ganó la Presidencia, el mundo se puso en Estado de alerta. ¿Qué hará este dirigente combativo sin título universitario con Brasil? ¿Cumplirá con su promesa o se inclinará por el modelo Chávez?
Fue entonces cuando el saliente Fernando Henrique Cardoso y Lula dejaron de lado sus diferencias. El prestigioso sociólogo sabía que, aunque su candidato, José Serra, acababa de ser derrotado, tenía que hacer lo que fuera mejor para Brasil y convertirse en el aval de Lula frente a los mercados.
Parece que esta vez Lula vuelve a tener el aval de “O Tucano”.
*Politólogo.
Profesor de América Latina en la Política Internacional de la UCA.