El pedido fue insólito y, al mismo tiempo, peligroso. El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, llamó a sus seguidores a entrar a los hospitales y filmar para verificar la “real” ocupación de las camas destinadas a pacientes con coronavirus. Una vez más, negó la gravedad de la pandemia, que dejó al menos 802 mil casos positivos y 41 mil muertos. En diálogo con PERFIL, Deisy Ventura, profesora de Ética de la Facultad de Salud Pública de la Universidad de San Pablo, aseguró que Brasil podría haber tenido una de las mejores reacciones frente a la pandemia, pero que Bolsonaro boicoteó esa posibilidad.
—El presidente minimizó la pandemia. ¿En qué medida esa reacción agravó la crisis sanitaria?
—El negacionismo y la guerra que el gobierno federal declaró explícitamente a los gobiernos locales que adoptaron cuarentenas fueron decisivos para que ocurriera esta carnicería en Brasil. Con el sistema de salud que tenemos, el SUS, que integra todas las entidades federativas, alcanza todo el territorio nacional, tiene excelencia profesional en diversos sectores y sobre todo garantiza el acceso universal y gratuito a la salud, el país tenía todo para lograr una de las mejores respuestas del mundo a la pandemia. Una inyección puntual de recursos, combinada con otras medidas, entre ellas cuarentenas, habría permitido una respuesta eficiente. No fue así, El gobierno federal atacó, perseguió y boicoteó abiertamente a los gobernadores que reconocían la gravedad de la crisis sanitaria, además de apoyar constantes amenazas a los poderes legislativo y judicial. Además, confunde a la población difundiendo información distorsionada o falsa e inflamando a extremistas fanáticos que tratan de desacreditar a las autoridades sanitarias.
—¿Cómo afectó el coronavirus a las mujeres?
—Desde el inicio de la pandemia ha habido un aumento significativo de la violencia contra la mujer. La gran presencia femenina en los servicios considerados esenciales o incluso la presión de trabajar en servicios no esenciales (especialmente en el trabajo doméstico) hace que estén más expuestas al riesgo de contagio y se vean sometidas a un gran sufrimiento psíquico al tener que elegir entre el riesgo de enfermar y morir a causa del coronavirus y la necesidad de mantener a sus familias.
—¿Acentuó las desigualdades de género?
—Por supuesto. Entre los profesionales de la salud peor pagos se encuentran sin duda las mujeres: enfermeras, auxiliares de enfermería, ayudantes de limpieza, etc. En cuanto a las enfermeras, por ejemplo, más del 60% de las muertes y más del 80% de los casos notificados son mujeres, según el Observatorio de la Enfermería. Además, las medidas de cuarentena que implican el trabajo doméstico de millones de personas imponen una carga particular a las mujeres, que siguen siendo las más responsables de las tareas domésticas y del cuidado de los hijos y los parientes.