INTERNACIONAL
EN EL DESIERTO DE ATACAMA

El norte chileno alberga una ciudad fantasma

Pedro de Valdivia llegó a albergar 14 mil habitantes durante su época de oro en la década del 40, en el esplendor de la industria salitrera. Hoysólo sobrevivensus oficinas, escuela, iglesia, club y juegos intactos pero de sus habitantes noquedan rastros.

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Pedro de Valdivia, Chile – En Pedro de Valdivia hay teatros, oficina de correo, club social, colegio, juegos para niños e incluso un carro de bomberos para apagar incendios. Lo único que falta en esta antigua oficina salitrera en el desértico norte chileno son sus habitantes, que abandonaron el pueblo hace más de 11 años dejándolo completamente abandonado. Por sus polvorientas y estrechas calles tampoco circulan gatos o perros, ningún árbol da sombra y las cuadras de toda la ciudad se pueden recorrer perfectamente sin encontrarse con una sola alma.

El único cuidador del predio, que transitó por su calles en los últimos años, fue Benito Rojo. Sin embargo, hasta ese hombre parece haber abandonado Pedro de Valdivia, que en su época de oro –durante la década del 40– se transformó en el centro productor de salitre más moderno del mundo y llegó a albegar a 14 mil habitantes.

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Enclavada en medio del desierto de Atacama, unos 1.600 km al norte de Santiago, la antigua oficina salitrera impresiona: al recorrerla conmueve porque aquí el tiempo parece haberse detenido dejando en el recuerdo el esplendor de antaño. Incluso en algunas casas todavía quedan pertenencias olvidadas de sus antiguos moradores, cubiertas de un fino polvo blanco, resquebrajadas por el inclemente sol que golpea con fuerza en la pampa chilena.

Pedro de Valdivia fue la última oficina salitrera construida en Chile y por lo tanto la más moderna, con sólidas y cómodas construcciones, un servicio de bienestar para su gente de primera línea: hospital, colegios, recintos deportivos, teatro y clubes sociales. También queda el imponente Teatro Alfa con capacidad para 800 personas, en el centro de la ciudad, y la Iglesia de la Santísima Trinidad, al igual que la oficina del correo y el telégrafo y el centro de abastecimiento o pulpería.

Un carro de bomberos marca Fargo, de la Primera Compañía de Bomberos de Pedro de Valdivia, permanece estacionado en el medio de la plaza pública, dando la sensación de estar listo para salir en cualquier momento a apagar un incendio. Los balancines y otros juegos infantiles en forma de patos gigantes esperaban también por niños, al igual que el Liceo Politécnico Julio Montt, con todas sus instalaciones intactas.

El poblado fue inaugurado en 1931, con casi un millar de casas construidas. La población estaba dedicada exclusivamente a la extracción de salitre, que era enviado a Europa como abono y polvo de cañón. Después de alcanzar un alto precio, el caliche –como también se le llama al salitre– fue reemplazado por nitratos sintéticos, llevando a un lento término de la actividad en el norte de Chile.

La escasa población que permanecía hasta 1996 fue conminada a mudarse a la cercana María Elena, puesto que la sociedad productora SQM consideraba que demandaba muchos gastos tener dos campamentos mineros. Ese año, Pedro de Valdivia terminó de despoblarse y fue declarado Monumento Histórico Nacional.

La empobrecida María Elena es la última población en el mundo que vive aún del salitre, que ahora se utiliza como abono para plantaciones. Pero si todo el mundo se fue, a Pedro de Valdivia llegó un nuevo habitante: Eric Maluenda, integrante del famoso grupo musical chileno Illapu, quien pidió que a su muerte sus cenizas fueran llevadas allí. El músico falleció en 2005 y su deseo fue respetado. Un pequeño monolito da testimonio de eso.