Ante la multitud de fieles congregada en la plaza de San Pedro, en el Vaticano, y ante la efusividad generada tras la fumata blanca que anunciaba el fin del cónclave, el sacerdote jesuita argentino Jorge Bergoglio hizo su primera aparición pública como el Papa Francisco.
"Parece que mis hermanos cardenales han ido casi al fin del mundo", bromeó el exultante exarzobispo de Buenos Aires, considerado una pieza fundamental en las negociaciones del cónclave, pero descartado entre los favoritos para suceder al Papa emérito Benedicto XVI.
Ya con un tono más serio, el flamante Pontífice dio la tradicional bendición urbi et orbi, al tiempo que pidió, en italiano, que "el nuevo camino que comienza la Iglesia sea fructuoso para la evangelización".
Asimismo, solicitó al pueblo que "rece para que Dios lo bendiga" en su pontificado, y envió un saludo a su antecesor, el alemán Joseph Ratzinger. "Quiero hacer una oración por nuestro Papa emérito Benedicto XVI. Que el Señor lo bendiga y la Virgen lo proteja", expresó.