El “viernes de la ira” que convocaron ayer los Hermanos Musulmanes culminó con un nuevo baño de sangre en Egipto, con ochenta víctimas fatales y la nación al borde de una cruenta guerra civil. El gobierno egipcio, respaldado por los militares golpistas, justificó la represión al asegurar que se enfrenta a “un complot terrorista malintencionado” de los seguidores del presidente derrocado Mohamed Morsi.
La violencia se respiraba ayer en las principales ciudades, cuando miles de islamistas salieron a manifestarse en protesta por la matanza del miércoles, que dejó 638 muertos y 3.994 heridos, según las cifras oficiales.
En tanto, los seguidores de Morsi, que reclaman su libertad, anunciaron que no convocarán más acampes –tras el violento desalojo de esta semana–, pero pidieron seguir diariamente con las protestas. “Las manifestaciones de hoy (viernes) terminarán con la última oración de la tarde, que será seguida por oraciones fúnebres. Habrá manifestaciones contra el golpe todos los días”, dijo a la prensa el vocero de la Alianza Contra el Golpe, Gehad El-Haddad.
“Estos crímenes ahondan las diferencias, que al principio eran políticas y luego se han profundizado manchándose de sangre”, sostuvieron en un comunicado los Hermanos, para quienes “los golpistas han perdido la razón y los valores y principios”.
Los militares, en tanto, no dieron señales de apaciguar el país y, por el contrario, redoblaron la apuesta. “El gobierno afirma que sus miembros, las Fuerzas Armadas, la Policía y el gran pueblo de Egipto están unidos para combatir el complot terrorista malintencionado urdido por los Hermanos Musulmanes”, anunció un comunicado del gabinete del primer ministro.
En tanto, Tamarrod, movimiento político que promovió las gigantescas manifestaciones que llevaron a la destitución de Morsi, reiteró su apoyo a las autoridades e instó a los egipcios a que creen “comités populares” para defender al país contra lo que denominan “terrorismo” de los seguidores de Morsi.
Esa escalada hace temer que el país –bajo estado de emergencia desde el miércoles y donde impera un toque de queda nocturno en varias provincias– se hunda en el caos. Aunque las autoridades multiplicaron los llamados a la población a respetar el toque de queda, las imágenes transmitidas en directo por los canales locales mostraban incendios y enfrentamientos en varios puntos de El Cairo, el campo de batalla que enfrentaba a los Hermanos Musulmanes y el Ejército. Como si fueran morgues improvisadas, las mezquitas de Al Fath, junto a la plaza Ramsés, y Tauhid albergaban los cadáveres de al menos 39 personas, víctimas de la represión policial. Las imágenes de decenas de cadáveres envueltos en una sábana blanca y “enfriados” por bolsas de plástico verdes llenas de hielo dieron la vuelta al mundo. Esas postales del horror pueden volverse en un símbolo indeleble de la represión que evaporó los sueños de una Primavera Árabe en Egipto.
Según fuentes de seguridad, los otros 31 muertos habrían perdido la vida en enfrentamientos en el interior del país. La violencia se expandió rápidamente por todo Egipto e impactó en la actividad turística, cuyas principales atracciones son las pirámides y el mar Rojo. En Giza, donde se encuentran las majestuosas pirámides, en el último mes la presencia de los turistas se derrumbó en 50%.
“A raíz del progresivo deterioro de la seguridad en el país, se desaconsejan los viajes”, afirmó en una nota la cancillería de Italia, mientras que los ministerios de Relaciones Exteriores de otros países –como Alemania, Gran Bretaña, España, Suiza, Bélgica y Rusia– también dieron a conocer comunicados similares. La tensión iba en aumento sobre el cierre de esta edición.
Contra los periodistas
La violencia y el caos también alcanzaron ayer a los periodistas que cubrían en Egipto los enfrentamientos entre militantes de los Hermanos Musulmanes y las Fuerzas Armadas. Mientras un reportero gráfico brasileño fue herido de bala, las autoridades detuvieron a un colega de la cadena Telesur.
El periodista venezolano Pablo Osoria se encontraba en las inmediaciones de la plaza Tahrir para realizar un pase con la actualización de la crisis en el país cuando fue detenido por los militares, que le borraron el material grabado que tenía en su posesión.
En tanto, un fotógrafo del diario brasileño Folha de São Paulo sufrió heridas cuando un balazo le rozó la cabeza mientras cubría las manifestaciones populares y la represión del gobierno de facto egipcio. Joel Silva, el profesional de 47 años, había fotografiado la tensión El Cairo.