—¿Cómo afectó la crisis económica a estas elecciones presidenciales en Francia?
—Como en toda crisis económica y social, hay mucha gente que está en situación de precariedad. Algunos son víctimas de la desindustrialización, otros tienen miedo y piensan que sus hijos vivirán peor que ellos en el futuro. Hay mucha inquietud y la gente considera que necesitamos otras políticas.
—¿Es ése el voto que capta el Frente Nacional?
—Es el voto que captan todos, porque todos proponen un cambio con el pasado. Le Pen aprovechó la oportunidad para hablar en nombre de lo que ella denomina los “olvidados” o los “invisibles”. Pero Jean-Luc Mèlenchon también apeló a ese voto, y Macron quiere aparecer como la novedad. Dice: “No tengo nada que ver con la derecha o la izquierda clásica” para conquistar a esos votantes que creen que hay que probar algo nuevo.
—¿Es entonces el voto al Frente Nacional un voto clasista?
—Es cierto que es un voto popular, muchos obreros votan al Frente Nacional, pero la clase obrera de hoy no es la de ayer, no trabaja en las fábricas. Muchos no tienen más empleo, han perdido su trabajo y van a votar al Frente Nacional, porque piensan que tiene una solución frente a la crisis.
—Desde el ballottage de 2002 a hoy, la extrema derecha trepó del 17,8% de los votos a alrededor de 38%, según las últimas encuestas. ¿Qué debe hacer Macron para evitar que en cinco años Le Pen sea presidenta?
—Eso no está tan claro, porque el Frente Nacional está lleno de tensiones internas y lucha de poder. Es un partido que también puede estallar. Sin embargo, si no hay nada que cambie de manera importante en los dos o tres años que vienen, Francia tendrá que enfrentar problemas gravísimos. Macron ha entendido la gravedad del problema. Hará reformas y hará política, es decir, abrirá la posibilidad de negociar, discutir y modificar el paisaje político. No tenemos un buen sistema político, ya que está fragmentado. Su tarea será reformarlo y reconstruirlo.