Que se vote para descomprimir. De esa fórmula parece dispuesto a echar mano Nicolás Maduro. El presidente venezolano dijo el domingo pasado que está “ansioso” por que se convoquen las postergadas elecciones de alcaldes y gobernadores, que debían hacerse en diciembre de 2016 pero fueron suspendidas por el poder electoral. Figuras del antichavismo dejaron trascender que el gobierno les habría ofrecido celebrar los comicios regionales a fines de este año a cambio de que aflojen las protestas callejeras. Aunque la oposición desconfía de las intenciones del oficialismo, la fijación de un calendario electoral es vista por la diplomacia regional como una necesaria válvula de escape para Venezuela.
“Yo estoy ansioso por que se convoquen las elecciones de gobernadores y alcaldes para darle una gran pela a esta gente muy pronto; que dejen el guarimbeo y la violencia, para responderles con votos”, dijo Maduro durante su último programa televisivo dominical. Las elecciones de gobernadores debieron realizarse hace cuatro meses, pero fueron canceladas por el Consejo Nacional Electoral (CNE), señalado como afín al chavismo. Las de alcaldes están pautadas para fines de 2017, y las presidenciales, para 2018.
Pese a la crisis política y económica, el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) aún mantiene el control de 20 de las 23 gobernaciones del país y de 275 de las 335 alcaldías. Los sectores más pragmáticos de la opositora Mesa de Unidad Democrática (MUD) ven con buenos ojos la oportunidad de conquistar cargos regionales en un momento de debilidad chavista. Por su lado, el ala dura de la MUD descree del súbito interés de Maduro por que el CNE convoque a las urnas.
En una nota publicada por el diario anticastrista El Nuevo Herald de Miami, miembros de la MUD aseguraron que el gobierno venezolano les habría ofrecido un “pacto secreto que incluiría permitir la realización de las elecciones regionales este año a cambio de que sus adversarios enfríen las protestas en la calle y dejen de acusarlo de propinar un autogolpe”. Según las fuentes citadas, el calendario propuesto empezaría con los comicios de gobernadores a fines de este año y terminaría con los de presidente, alcaldes y concejales en 2018. Sería una especie de “plan de convivencia” entre gobierno y oposición para los próximos veinte meses.
El chavismo tiene un menú de cosas para pedir a cambio de dar la venia para que el CNE convoque a elecciones. Que la oposición deje de denunciar el fallido “autogolpe” del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) contra la Asamblea Nacional. Que afloje el pulso de las protestas en las calles. Y que la MUD acepte la actual conformación del TSJ y el CNE, cuyos jueces son repudiados por el antichavismo.
Respuesta. Públicamente, la dirigencia opositora le baja el precio a la “ansiedad” de Maduro por ir a las urnas. “El farsante y golpista no quiere elecciones de ningún tipo. Nosotros seguimos en defensa de la Constitución. ¡No al autogolpe!”, tuiteó el gobernador de Miranda, Henrique Capriles Radonski, quien fue inhabilitado por 15 años para presentarse a cargos públicos. Que se levante el veto a su candidatura sería una condición irrenunciable en cualquier negociación con el gobierno.
La oposición dice temer que la oferta de elecciones sea una estrategia de Maduro para ganar tiempo. “Este régimen, que no quiere ni elecciones de la reina del carnaval, está anunciando ahora la posibilidad de unos comicios regionales –declaró la dirigente opositora María Corina Machado–. Pero ¿con qué pretensión? Ellos quieren que estas elecciones regionales sean el mismo somnífero que el diálogo del año pasado”. En 2016, el anuncio de una mesa nacional de diálogo le sirvió al gobierno para desinflar las marchas en su contra.
Presión. No obstante, más allá de los cálculos políticos, la dirigencia antichavista es consciente de que la fijación de un calendario electoral es el tipo de solución que promueve la diplomacia regional. Así lo manifestaron el Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos (OEA) y los cancilleres del Mercosur. Una nueva foto se agregó esta semana al álbum de la presión exterior: la del secretario general de la OEA, Luis Almagro, y el canciller de Brasil, Aloysio Nunes, quienes se reunieron en Brasilia y coincidieron en que el llamado a elecciones es la única llave a mano para buscar una salida a la crisis. “Debemos insistir en la urgencia de confirmar el calendario electoral en Venezuela”, dijo Almagro. Que se vote para descomprimir.