Al menos seis mil militares venezolanos desertaron en lo que va del año, en su mayoría por las desesperantes condiciones económicas en las que deben vivir, mientras el presidente Nicolás Maduro avanza con su plan de armar a las milicias conformadas por partidarios del chavismo.
Un documento firmado por el mayor general Fabio Zavarse, comandante de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) y publicado ayer por el diario El Nuevo Heraldo, de Miami, revela que durante 2019 han sido desincorporados 5.976 sargentos de ese cuerpo.
La GNB, uno de los cuatro cuerpos que conforman la Fuerza Armada Nacional Boliviana (FANB), se ocupa de resguardar los puntos fronterizos, los puestos de control, los peajes en rutas y las aduanas.
Según el documento, los militares desafectados “decidieron unilateralmente no regresar a las unidades o dependencias a las cuales se encuentran adscritos”, lo que creó “un ambiente de desobediencia e indisciplina”, sostiene el mayor general Zavarse.
Siempre desconfiado de los militares –que hoy constituyen su verdadero sostén–, Maduro ha impulsado el reconocimiento legal de la milicia bolivariana como quinto componente de la FANB y así incorpora a las Fuerzas Armadas a personas sin la formación académica militar. Días atrás, el presidente anunció que entregará 13 mil fusiles rusos Kalashnikov a milicianos que custodian las fábricas de la zona industrial de Puerto Ordaz, y otros 320 mil a diferentes cuerpos de esa fuerza.
Creada por Hugo Chávez con el objetivo de que se convirtiera en su guardia pretoriana, la Milicia o Guardia del Pueblo aún no tiene estatus constitucional.
Hambre. Según organizaciones de venezolanos en el exilio, detrás de las masivas deserciones de militares está la desesperante situación económica que atraviesan muchos de ellos, especialmente la tropa de soldados y suboficiales.
Los uniformados se ven obligados a elegir entre “desertar, delinquir o morirse de hambre ante los míseros salarios que reciben para subsistir frente al colapso económico”, dijo al Nuevo Heraldo José Antonio Colina, presidente de la organización Venezolanos Perseguidos Políticos en el Exilio (Veppex). “En los cuarteles no hay comida, no hay logística para la ropa, no hay logística para que puedan subsistir bajo condiciones moderadamente dignas, y eso hace que el individuo se sienta desmotivado”, dijo Colina, que preside una organización que incluye a varios ex militares.
Quienes han desertado “no solo abandonaron sus puestos, sino que probablemente también abandonaron el país, porque el individuo llega a la conclusión de que no hay futuro y se va”, agregó Colina.
“Deben estar fuera del país, porque si sus comandantes intentaron ubicarlos y no pudieron hacerlo, es porque muchos están fuera de Venezuela”, explicó.
Según la Organización de las Naciones Unidas, desde fines de 2015 más de cuatro millones de venezolanos dejaron su país para escapar de la violencia y la crisis económica, lo que convirtió a su éxodo en uno de los grupos de poblaciones desplazadas más grandes del mundo.