Cuando José Luis Rodríguez Zapatero accedió a La Moncloa en 2004, la tasa de desempleo en España era del 11,4%, es decir había algo más de 2 millones de personas sin trabajo. Hoy, casi ocho años después y a pocas semanas de regresar con su familia a León la tasa de desocupación es del 21,5%, casi 5 millones de habitantes sin empleo.
Las dos legislaturas encabezadas por el líder del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) estuvieron signadas por las dificultades económicas. Pero fue la segunda, con el pinchazo definitivo de la burbuja inmobiliaria, la reducción del crecimiento, y la crisis financiera internacional la que dejará una imagen más deteriorada de su gestión. De hecho, ha sido la crisis la que lo ha obligado a adelantar unos meses el calendario electoral.
El desempleo no es el único indicador que refleja un antes y un después de Zapatero para España. El pasado jueves y viernes la prima de riesgo llegó a estar por encima de los 500 puntos, lo que significa un interés del 7%. Con estos números países como Grecia, Irlanda o Portugal debieron ser rescatados. El caso es que España es una economía demasiado grande para ser intervenida.
En marzo de 2004, poco antes de las elecciones, el bono alemán pagaba un interés del 3,6%, y España unas centésimas por encima del 4%, es decir que el diferencial estaba en torno a los 30 puntos apenas.
Según cálculos del BBVA, propietario del Banco Francés de Argentina, por cada 100 puntos básicos que avanza la prima de riesgo el Estado debe pagar 12.400 millones de euros más por año. Y Bruselas no ve esto con buenos ojos, de hecho España está obligada el año que viene a recortar el gasto en 17.300 millones para cerrar con un déficit del 4,4% al que se comprometió con sus socios comunitarios, o mejor dicho con Angela Merkel y Nicolas Sarkozy. Y eso sólo para 2012.
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