afp/ap
Caracas
En un contexto de creciente ebullición interna, el gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) comenzó a celebrar ayer su III Congreso partidario, el primero desde la muerte de su fundador Hugo Chávez. El cónclave oficialista será una importante prueba al liderazgo del presidente Nicolás Maduro, quien en las últimas semanas enfrentó críticas de ex funcionarios y militares de la “vieja guardia” del chavismo que ven negativamente el rumbo de su gobierno.
El evento continuará hasta el próximo jueves y en él habrá homenajes a Chávez, cuyo cumpleaños número sesenta sería mañana, cuando además arribarán a Caracas los mandatarios de los países del Mercosur para celebrar una cumbre del bloque regional.
La coordinadora del partido, Jacqueline Faría, confirmó que las 885 agrupaciones de militantes llamadas “Unidades de Batalla Bolívar Chávez” de Caracas tienen como propuesta principal para el Congreso la elección de Maduro como presidente de la organización política. Se trata de apuntalar la conducción del jefe de Estado y de cerrar filas detrás de su figura, en medio de disidencias internas que, por primera vez en quince años de chavismo, comienzan a hacerse públicas.
Se espera que en el encuentro del PSUV participen los 537 delegados que fueron electos el domingo pasado en unos comicios a los que fueron llamados a votar los 7,6 millones de militantes inscriptos en la organización, aunque, según sectores críticos del chavismo, la participación fue sólo del 12 %. De todos modos, el canciller Elías Jaua aseguró que el oficialismo se siente satisfecho con el nivel de afluencia a las urnas que, según dijo, fue entre tres y cuatro veces mayor que la “vanguardia” del partido, que cifró entre 400 mil y 500 mil personas.
El III Congreso se realiza luego de semanas de polémica por las manifestaciones negativas sobre el gobierno de Maduro de dirigentes y ex dirigentes chavistas, como el ex vicepresidente de Planificación, Jorge Giordani, y el ex ministro de Electricidad, Héctor Navarro. En una carta difundida a mediados de junio, al día siguiente de su sustitución en el cargo, Giordani acusó al presidente venezolano de una mala gestión económica y de falta de liderazgo.
Además, cargó contra el mandatario por no haber perseguido a los responsables de un desfalco por 20 mil millones de dólares entregados a presuntas “empresas de maletín fantasmas” el año pasado, en el marco del sistema de control de cambios que rige en Venezuela. Poco después, Navarro salió a respaldar públicamente a Giordani y pidió que se investigara el fraude, lo que llevó a su suspensión como miembro de la dirección del partido oficialista.
A sus cuestionamientos se sumaron los de ex militares que acompañaron al joven coronel Chávez antes de que se convirtiera en presidente, y que luego se alejaron de su gobierno.
Maduro respondió con una crítica a los “grandes egos” de algunos ex compañeros y descalificó las “traiciones” al proyecto revolucionario. Por su parte, el presidente de la Asamblea Nacional y vicepresidente del PSUV, Diosdado Cabello, afirmó que los “grupitos” (facciones internas) le han hecho daño a la Revolución Bolivariana y llamó a eliminarlos de una vez y cerrar filas en torno al sucesor político de Chávez. Sin embargo, el propio Cabello es señalado como el principal y más poderoso rival interno de Maduro.