Desde Caracas
Un día después del masivo funeral de Estado para despedir a Hugo Chávez, Venezuela amaneció el sábado entre banderas a media asta y un clima político alborotado, reflejo de la cercanía de las nuevas elecciones presidenciales, en las que se pondrá a prueba la capacidad del chavismo para mantener vivo el proyecto de su líder.
En la Academia Militar de Caracas, donde está siendo velado Chávez, las colas para despedirlo se mantenían y conformaban una procesión interminable, sólo interrumpida por el llanto de muchos de sus seguidores, que aún no terminan de aceptar la muerte de quien fue su presidente durante los últimos 14 años.
Sin importar que lo separaran más de 4 kilómetros de la capilla ardiente donde está el cuerpo de Chávez, Rodolfo Ortega era uno de los miles de chavistas que ayer realizaba una larga fila en los alrededores de la Academia Militar para dar el último adiós a su Comandante, como él lo llama. “Viajé 14 horas desde mi estado, Bolívar, para despedir a mi Comandante. Chávez hizo muchas cosas por nosotros. Todo lo que él hizo va a pasar a la historia”, le dijo a PERFIL este vendedor de 44 años bajo el fuerte sol del mediodía.
La historia de Rodolfo es una de las tantas que reflejan la conexión emocional que Chávez tenía con sus seguidores, forjada a punta de los generosos programas sociales financiados con los dólares de las ventas del petróleo. A ojos de muchos analistas, Nicolás Maduro aún debe demostrar si será capaz de mantener esta sintonía con los más pobres, una habilidad clave justo cuando Venezuela se prepara para una nueva campaña.
El chavismo ya anunció que Maduro, ungido por Chávez como su sucesor, será su candidato para las elecciones del 14 de abril. El ex vicepresidente, que tras un polémico fallo judicial asumió como presidente encargado, planteó la votación como una muestra de lealtad a Chávez. “Comandante, no pudieron contigo, no podrán con nosotros jamás”, dijo en el discurso que pronunció durante los funerales de Estado, a los que asistieron una treintena de mandatarios de todas partes del mundo.
En la oposición comenzaban a aparecer las primeras grietas en torno a la estrategia electoral y resurgían los temores a que se repitan los enfrentamientos internos que ha tenido en el pasado, caracterizados por la división entre los que creen que hay que optar por la vía de las urnas, pese al desnivel de recursos con el chavismo, y aquellos que impulsan la abstención o denuncian fraude. “El debate interno en la oposición no será sobre quién será su candidato, sino sobre si deben participar o no”, dijo el analista político Luis Vicente León, presidente de la respetada consultora Datanálisis.
Todas las miradas están puestas en Henrique Capriles, quien asoma como el más seguro candidato de la oposición en las próximas elecciones. “El Tribunal Superior de Justicia dicta una sentencia de contenido político, un fraude. Es un juramento completamente espurio. Están empujando a una línea delgada que nadie quiere que se rompa”, disparó Capriles.
Al igual que el oficialismo, la oposición, una coalición heterogénea donde conviven una treintena de partidos de tendencias socialdemócratas, demócrata-cristianas y hasta marxistas, enfrenta ahora el desafío de mantenerse unida. Según los analistas, sus principales retos son dos: demostrar que no sólo la aglutina su deseo de desbancar al chavismo, y movilizar a su electorado, desencantado por las duras derrotas sufridas en las elecciones presidenciales y regionales del año pasado.
En una campaña electoral que muchos han denominado como expres por la corta duración, el chavismo y la oposición medirán fuerzas para liderar la nueva era que se abrió con la muerte de Chávez, quien dejó un país polarizado.
La fractura entre chavistas y opositores se evidenciaba en las calles de Caracas, donde los barrios acomodados volvían lentamente a la normalidad y los sectores más populares seguían llorando a su presidente.
Entre estas últimas está Mercedes Aponte, una mujer de 59 años que sabe que hará horas y horas de cola bajo el sol para verlo apenas por unos segundos. “Chávez está más vivo que nunca, yo no voy a olvidar su obra”, dice Mercedes, que viajó 30 kilómetros desde su ciudad, Los Teques, para despedir a Chávez.